Desigualdad de oportunidades educativas y movilidad social
La desigualdad de oportunidades educativas es un principio fundamental dentro de los estados monoculturales como Guatemala que se puede explicar a partir de la estratificación social; la cual determinará la división social en función de la distribución de bienes económicos, sociales y simbólicos; mismos que coadyuvan para posicionar a los individuos en los diferentes estratos de la jerarquía social.
La acumulación de estos bienes, no se encuentra ajena al contexto en el que se encuentra inmersa la estructura social; ya que esta influirá en la distribución o no de las oportunidades educativas que el Estado pueda ofertar. Siendo esto así, y simplificando el complejo proceso al que atañe; la movilidad social dentro de las sociedades modernas a diferencia de las sociedades tradicionales (en las cuales no existe, sino de manera limitada); se encuentra en función de la obtención o no de bienes, de la posibilidad o no de participar en las oportunidades que la estructura plantea para lograrlos y del grado de desigualdad social que se manifieste dentro de la sociedad.
Este enfoque multifactorial de la desigualdad social, contribuye de manera constante en la distribución desigual de las oportunidades por las cuales los individuos compiten para satisfacerse y lograr reproducirse dentro de la propia estructura social.
MODERNIDAD Y CIUDADANÍA.
El presente trabajo pretende caracterizar la temática de la desigualdad social, dentro del contexto de la modernidad; para el caso específico de la educación, con las diversas concepciones del poder y de su ejercicio, las cuales consecuentemente inciden en las formas de gobierno y en las negociaciones que los distintos sectores de la sociedad tienen entorno a los bienes sociales; entre ellos la educación.
La desigualdad social, y en específico la modernidad, poseen diversas críticas, las más relevantes dentro del campo sociológico son las de Marx y Weber, quienes la consideran un proceso ambiguo y ambivalente que somete a los individuos por medio de una multiplicidad de instituciones. La ambigüedad proviene históricamente de la Ilustración, de una posición fundamentalista.
La de desigualdad social en la modernidad, atraviesa a todas las sociedades contemporáneas, las cuales están inmersas en los sistemas de estratificación[5]. (Giddens, 1995).
Estos tipos de estratificación, regulan la desigualdad social; y para el caso de las clases sociales como forma de desigualdad moderna, podemos enunciar que estas se caracterizan por no estar establecidas jurídicamente o por medio de la religión, la pertenencia a estas tampoco se basa por una posición de herencia; por el contario, las clases sociales son adquiridas y no recibidas y determinadas por nacimiento. Este tipo de estratificación moderna cuenta con movilidad social, a diferencia de otros tipos de estratificación, en los cuales la movilidad individual de un estrato a otro es casi imposible. La modernidad que nos atañe, presenta algunas contradicciones y en consecuencia, dificultades básicas que se caracterizan por:
Carencia Vs. Mayor Riqueza.
No genera igualitarismo, sino mayor desigualdad
Fragmentación o individualización Vs. Identidad Colectiva.
A pesar de las dificultades que la modernidad conlleva, existen capacidades diferenciadas de los individuos para participar de la ampliación de oportunidades sociales a través de reglas y recursos en espacios institucionalizados, los cuales regulan las características que deben poseer quienes aspiran a competir por el acceso a las oportunidades de la movilidad social. Para entender las oportunidades sociales, y los bienes sociales que de cierta manera subsanan las dificultades de la modernidad e impulsan formalmente la igualdad, es preciso mencionar la ciudadanía, así como su composición analítica. La ciudadanía[8] es un estatus conformado por el acceso a los recursos básicos, mismos que se efectúan para el ejercicio de derechos y deberes. (Moreno, 2003).
La ciudadanía es una condición otorgada a aquellos que son miembros plenos de una comunidad, ya que todos los que poseen la condición son iguales con respecto a los derechos y deberes que está dota. (Marshall, 1998).
La composición analítica de la ciudadanía consta de tres elementos fundamentales: El primer elemento que configura a la ciudadanía, es el elemento civil, el cual está compuesto por los derechos necesarios para la libertad individual de la persona; esto incluye la libertad de palabra, libertad de pensamiento y libertad de fe. En este elemento, las instituciones relacionadas son los Tribunales de Justicia.
El segundo elemento está constituido por el elemento político, este implica el derecho a participar en el ejercicio del poder político, como miembro o como elector de un organismo con autoridad política; en este la participación democrática es relevante. En este factor, las instituciones relacionadas son el Parlamento y los Consejos de Gobierno Local. El tercer elemento es el elemento social, este significa toda la variedad, desde el derecho a una medida de bienestar económica, hasta la propia seguridad. En este componente, las instituciones relacionadas son el Sistema Educacional y los Servicios de Seguridad Social.
Estas sociedades modernas o capitalistas, las cuales por definición son desiguales, poseen como impulso avanzar hacia una medida más plena de igualdad, un enriquecimiento de la materia con la que está hecha la ciudadanía y un incremento en el número de aquellos a los que se les otorga la condición. (Marshall, 1998).
Este impulso hacia una medida más plena de la igualdad, de la que habla Marshall, implica una mejora en la distribución de los bienes sociales, sin embargo, es importante mencionar que estos son escasos y que las oportunidades no logran cubrir las necesidades de todos los clases sociales que conforman la sociedad. Es importante dejar en claro que esta igualdad que plantea Marshall, refiere a la igualdad para competir y no a la igualdad material, puesto que menciona que la desigualdad social es considerada necesaria en la medida en que posee como fin proporcionar el incentivo para el esfuerzo y crear la distribución del poder. Por último, la condición de clase no fue eliminada del sistema social; la condición diferencial asociada con la clase, la función y la familia fue remplazada por la compleja condición uniforme de ciudadanía que proporciona la base de igualdad sobre la cual logró construirse la estructura de la desigualdad.
IGUALDAD DE OPORTUNIDADES EDUCATIVAS.
La educación es considerada para las sociedades modernas un bien social escaso en términos de oportunidades, ya que no todos los individuos pueden ingresar, permanecer y egresar en el sistema educativo. Esta educación, a pesar de sus evidentes dificultades y deficiencias; es sumamente valorada y en la mayoría de las ocasiones, es ideológicamente una vía que conduce hacia las oportunidades de movilidad ascendente en las sociedades que en la modernidad se encuentran estratificadas y diferenciadas. La oferta de igualdad de oportunidades es un planteamiento ideológico que trata de eliminar aquellas características que moralmente sean consideradas arbitrarias para participar en la competencia por posiciones o bienes que son insuficientes.
La búsqueda de la igualdad de oportunidades es un esfuerzo por parte del Estado para que la riqueza no sea un factor que influya negativamente en las trayectorias de los estudiantes. Dependiendo de la relevancia que se brinde a determinadas características de los individuos y del criterio de distribución de recursos que se aplique a la igualdad de oportunidades educativas, se tendrá un acercamiento a la perspectiva de la Política Educativa de la sociedad que se analice.
La igualdad de oportunidades en el terreno de la educación puede concebirse de diversas formas: sistema de libertad natural, igualdad de oportunidades meritocrática, igualdad de oportunidades universal o igualitaria, o igualdad de oportunidades compensatoria; dependiendo de la relevancia que se conceda a determinadas características del individuo y del criterio de distribución de recursos que se aplique (Mellizo-Soto, 2003).
En lo que respecta al sistema de libertad natural, se concibe como la ausencia de igualdad de oportunidades, pues se considera que todas las características con las cuales los individuos están dotados (incluida la riqueza familiar); son necesarias y relevantes para lograr acceder al sistema educativo y para alcanzar determinado grado o nivel educativo. Por lo tanto, es necesario dar más y mejor educación a aquellos estudiantes que posean mayor riqueza y talento para afrontar el sistema. Dentro de la vertiente de igualdad de oportunidades meritocrática, prevalece la idea de que la igualdad de oportunidades no es deseable; puesto que el Estado no debe rectificar o modificar aquello que la naturaleza no les brinda a los individuos (Mellizo-Soto, 2003).
Autores neoliberales como Friedman (1982) y Hayek (1977), plantean que tan injusta es la herencia económica como la herencia de talento; y que por ello, cualquier intento igualador de oportunidades resulta sumamente absurdo; de esta manera rechazan cualquier intento igualador para acceder a las oportunidades educativas (Mellizo-Soto, 2003).
En la igualdad de oportunidades universal o igualitaria, el criterio eje que rige es la ciudadanía[15], ámbito en el cual se describe que todos los individuos poseen los mismos derechos con independencia de la riqueza o talento que se posea de manera individual, ya que estos son irrelevantes; y por ello, todos los individuos deben ser tratados de la misma manera para competir por las oportunidades de acceso a bienes sociales escasos. Por último, la igualdad de oportunidades compensatoria, hace alusión a un criterio de distribución en el que se privilegia la dificultad para llegar a ellos. En ese sentido, riqueza, talento y esfuerzo son variables innecesarias, por el contrario, porque no se poseen estas cualidades es que se constituyen desventajas para los individuos y por ello se compensan socialmente (Mellizo-Soto, 2003).
Este modelo de igualdad de oportunidades se centra en aquellos estudiantes que se ubican en clases sociales desfavorecidas; puesto que su condición de desventaja debe subsanarse de alguna manera; puesto que moralmente se encuentra en un punto arbitrario.
Si empezamos a imaginar las implicaciones que estos conceptos pueden tener para la política educativa es evidente que esta división sólo corresponde a unos tipos ideales y que la política educativa será normalmente una mezcla de éstos (Mellizo, 2003: 35).
Estos tipos ideales son un referente analítico importante para apreciar las diferencias que existen en el terreno de la igualdad de oportunidades con respecto a la diversidad de pensamientos políticos en las sociedades contemporáneas.
PERSPECTIVA SISTÉMICA DE LA DESIGUALDAD.
En la mayor parte de las sociedades industriales, la desigualdad de oportunidades ante la enseñanza ha decrecido de manera lenta y regular en el curso de los últimos decenios. En otros términos, la probabilidad para un adolescente surgido de las clases inferiores de alcanzar el nivel universitario, ha aumentado en el tiempo más rápido que la misma probabilidad para un adolescente surgido de las clases superiores. Los órdenes de magnitud son todavía muy diferentes pero, la tendencia a la atenuación no es despreciable y, a la vez es universal en el conjunto de las sociedades industriales occidentales. (Boudon, 1974: 5).
Por otra parte, se admite generalmente que las sociedades industriales son meritocráticas, es decir, aprecian las capacidades poco frecuentes y tienen plena confianza en que el sistema escolar determinará estas capacidades. Esta proposición es una de las constantes de la Sociología de la Educación (Boudon, 1974).
Boudon explica con esta perspectiva sistémica, que existen mecanismos complejos que generan desigualdad de oportunidades educativas; y por lo tanto, no existe una tabla raza en la cual todos los individuos cuenten con las mismas condiciones para ingresar al sistema educativo; y mucho menos para competir por oportunidades en la estructura laboral en el futuro. Estos mecanismos generadores de la desigualdad de oportunidades educativas son multifactoriales y se encuentran estrechamente vinculados; no se pueden explicar un solo factor, como algunos otros teóricos han intentado erróneamente; puesto que la realidad social es más compleja que una sola variable. En ese sentido, autores como Sorokin (1927), planteaban que la escuela tenía como función prioritaria, seleccionar a los individuos con el criterio de asegurar la máxima correspondencia entre sus capacidades y las capacidades exigidas por la estructura laboral. Siendo esto así, se le brindaría un peso determinante a las oportunidades escolares en la disminución de la herencia social.
La correspondencia entre las capacidades individuales y la estructura laboral; no implica que guarde una relación directa entre las oportunidades escolares y las oportunidades sociales. En otro orden de ideas, resulta dudoso que una reducción de la desigualdad escolar conduzca necesariamente a una disminución de la rigidez de la herencia social, o que tenga necesariamente efectos reductores sobre la desigualdad de los ingresos en el marco de la propia estructura laboral. Con la propuesta de Boudon se identifica claramente que la escolaridad, no implica necesariamente una movilidad social ascendente como el sentido común suele asociar erróneamente. Uno de los problemas dentro del estudio de la movilidad social es la definición de conceptos operables entre la relación de la teoría y las investigaciones empíricas. Del mismo modo, existe un círculo vicioso entre teoría de la estratificación y análisis de movilidad social. Después de lanzar las críticas del empirismo, Boudon realiza un estudio minucioso en su obra La Desigualdad de Oportunidades:
La Movilidad Social en las Sociedades Industriales; en este, se plantean dos preguntas fundamentales a responder y una perspectiva teórica que conducen dicho estudio: ¿Es razonable esperar un aumento, disminución o estabilidad de la desigualdad de oportunidades ante la enseñanza en las sociedades consideradas? y ¿Es razonable esperar un aumento, una disminución o un estancamiento en la movilidad social? La perspectiva sistémica obliga a desarrollar una teoría del conjunto de los mecanismos generadores de la desigualdad de oportunidades escolares y sociales; y responde a preguntas sobre las causas de la desigualdad de oportunidades y su evolución. Tras considerar las limitaciones de sus antecesores, Boudon retoma elementos de estos para poder responder con una perspectiva sistémica y multifactorial a la temática de la desigualdad de oportunidades ante la enseñanza. Boudon propone un modelo sistémico que da cuenta de diversas dimensiones analíticas y variables relacionadas entre sí, que inciden de manera directa en la desigualdad de oportunidades ante la enseñanza y en la movilidad social; lo cual Boudon plantea como los tres subsistemas ejes (origen social, características del sistema escolar y sistemas de estratificación); mismos que se relacionan en el planteamiento sistémico.
Para aproximarse al fenómeno de la desigualdad de oportunidades educativas, es preciso entender el origen social de los individuos; ya que a partir de ello, se puede tener una visión de las posibilidades que poseen o no los individuos para alcanzar oportunidades educativas y movilidad social ascendente en la estructura social. La herencia social determinará la herencia cultural con la que los individuos cuentan en función de la clase social o posición social a la que estén adscritos; debido a que esta función social será la variable independiente del nivel de instrucción que los individuos alcancen en el sistema educativo.
En ese sentido, la posición social influirá para tomar una decisión ante la posibilidad de considerar el ingreso a determinado nivel del sistema educativo; puesto que los individuos deberán considerar los costos y beneficios que el ingreso al sistema educativo les traiga; lo cual se considerará a través de los campos de decisión. Este proceso de decisión no es simple, por el contrario, conlleva espacios determinados que contribuyen a la reflexión minuciosa como la posibilidad de visualizar el nivel de éxito que se podrá alcanzar de acuerdo a cierto rango de edad y en función, claro está, de la posición social que los individuos ocupen dentro de la estructura social.
Lo anterior conlleva a que los individuos afronten mecanismos de selección de las instituciones escolares; esta selección se genera a partir de las capacidades de los individuos para lograr acceder a determinado nivel de instrucción dentro del sistema educativo. En esta fase, queda de manifiesto la acentuación de la desigualdad de oportunidades educativas y la desigualdad de oportunidades sociales en relación con la distribución escolar; tomando como punto de partida las condiciones del origen social de los individuos.