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PUBLICACION REVISTA D

miércoles, 26 de agosto de 2015

EDUCACIÓN MUJER XINKA (PARTE2)


LA MUJER XINKA
CONTEXTOS EDUCATIVOS  

(PARTE 2)
Alguno de los ámbitos educativos para las mujeres xinkas e indígenas de la época fueron los conventos, con las características del encierro, recluidas al espacio privado y la analogía de Cristo como señor esposo de las mismas, como un ideal. Estos ámbitos educativos para las mujeres surgieron un siglo después de la conquista militar y contenían grandes diferencias en el tipo de disciplina respecto a los masculinos. 

Las monjas reprodujeron su propia visión de género, el rol de la mujer, la moral e indirectamente no muy lejos del ideal de la sociedad; el intento por ocultar el erotismo en su calidad de servidoras de la divinidad. Es decir, las mujeres jóvenes y adultas de la Nueva España sólo tenían dos opciones: o eran casaderas o bien estaban dadas en matrimonio, real o ideal (recordando la analogía del casamiento con Cristo, para servir a la iglesia toda su vida), ya que aquellas de estratos sociales medios y altos no podían andar por ahí sin tener un poseedor que las disciplinaria. 

La educación para mujeres xinkas tenía como objetivo el cuidado del otro, el mantenimiento del hogar, a ser casaderas ya sea en lo terrenal o en la divinidad, para el control de la sexualidad femenina, es decir, la enseñanza estaba dirigida hacia el cuidado del otro; por otro lado la enseñanza hacia varones era para los diferentes trabajos que producían, los oficios establecidos, con los que Fray Pedro de Gante instruyo. 

Una vez pacificada el nuevo territorio, después del proceso de violencia que se sucinto a la llegada de los españoles, quienes invadieron América 

Una vez pacificada las indias orientales, los procesos educativos de las mujeres pueden ordenarse en tres etapas: la del catecismo, la de la cultura media y la de educación superior autodidacta (…) la primera consiste en la educación de la cultura occidental católica (…), la explicación de la existencia humana y de la creación divina. En una segunda etapa se presentaba una fuerte vigilancia (Serrano B. H., 2006)”. 
En términos de educación para ambos sexo para los pueblos indigenas, “durante los siglos XVI y XVII coexisten dos modelos educativos: el franciscano y el jesuita” (Serrano B. H., 2006). Orientados a formar al individuo en sociedad, tanto en la comunidad indígena como del mundo mestizo. 
Sin embargo en ese entonces el cuerpo femenino era concebido como un animal repleto de pasiones que podían ser reveladas hacia los varones y como consecuencia se tenía que controlar, por lo que se implementó el velo como barrera de miradas que implicaban la ruptura de la intimidad consagrada. Es por esto que la disciplina por las que fueron sometidas las monjas fue trasladada a las escuelas religiosas, en donde permanecían las educadoras de niños y niñas como institutrices o como maestra de catecismo, hasta el periodo del siglo XIX. 

Por lo tanto la educación de los y las niñas indígenas (xinkas, mayas, afrodescendientes) y mestizas fue dirigida y reforzada respectivamente para desarrollar ciertas habilidades que se consideraban adecuadas para varones y para mujeres respectivamente; así como también para saber interactuar en la sociedad, formando individuos instruidos en las buenas y nuevas costumbres y tradiciones de la Nueva España, dando a la mujer la condición de pasividad y restricciones, recluida al ámbito de lo privado, para saber atender y cuidar a la otredad y al varón el de permisidad y actividad en el ámbito público. 

Por lo tanto a partir del objetivo que tenía la educación tanto para mujeres como para hombres fue la especialización del desarrollo de ciertos trabajos que comenzaron a realizar, ya que esto propicio el desarrollo de ciertas habilidades tanto para hombres como para mujeres. 

“Es así como la función educativa de la imagen utilizada por la iglesia perpetua el ideal femenino de la cultura occidental encontrada en las Sagradas Escrituras que consagra la pureza prenuncial, la fidelidad al marido, la devoción a los hijos y la laboriosidad doméstica, resaltando, entre otras virtudes, la lealtad, la prudencia, la castidad, la sumisión, el recato, la abnegación y el espíritu de sacrificio (Serrano B. H., 2006).” 
Sin embargo no todas las mujeres indígenas y mestizas encajaban en este modelo de divinidad y servicial, sino que estaba la posición contraria de la imagen de la mujer aquella en la que se percibían como criaturas malignas y seductoras. Un claro ejemplo es Malinche, bautizada como Marina, quien al haber sido vendida a Cortes influyo en sus decisiones para conquistar a los diferentes pueblos y derrotar a Moctezuma. 

Marina: guardare tus secretos señor; te contare los de mi patria. Tú, por mi boca todo lo sabrás de ella; ella nada sabrá de ti, sino la mentira que asegure tu victoria. Eres plebeyo y mortal; serás por mi boca, dios e inmortal” (Fuentes, 2008). 
De esta manera se coloca al estereotipo de la mujer como una criatura diabólica, sino cumple con aquellos roles ante la sociedad, con aquella imagen que se ha perpetuado desde la colonia, aquella mujer que no cumpla con los lineamientos y la educación que proporciona la iglesia católica, en donde se posiciona a la mujer como cuidadora del hogar, la divinidad, su virginidad es catalogada como impura, impropia para la sociedad. 

No había forma de clasificar a la mujer socialmente, como tampoco de colocarla con certeza del imaginario femenino o masculino. Ya que cumplía con los lineamientos de la iglesia, sin embargo era una mujer intelectual y poetisa ya que comenzó a crear un tipo de enseñanza no escolarizada, donde realizaba pastorelas, pequeñas obras de teatro, procesiones y fiestas religiosas, como las posadas, que permitieron desarrollar buena parte de la educación religiosa. Considerado como un modelo educativo relativamente alternativo. 
“La gran definición en el tipo de educación que recibiría una joven o un joven de la época estaría asignada por su sexo. La educación formal de los varones estaría presentado disyuntivas de elección para las carreras relacionadas con el clero y su complicada estructura jerárquica, así como también en la burocracia o en la milicia. Se pretendía hacer de la educación un deber del Estado y se postulaba su carácter laico, sin embargo, el conservadurismo no permitió la enseñanza mixta y produjo igualmente los ancestrales esquemas biologicistas de las mujeres, así como los de su confinamiento al hogar (Serrano B. H., 2006)”. 

La vida religiosa condiciono la educación y los modelos ideales de hombres y mujeres desde la invasión y conquista, por lo que las conductas agresivas y ofensivas permitidas para los varones, desde su educación inicial de los infantes orientada hacia la actividad, mientras que las niñas han sido educadas mediante condicionamientos que propician el recato y la pasividad, eh aquí donde radica la violencia de género en las diferencias permitidas para cada género, como sujeto violentador y sujeto violentado. 

A partir de la educación que se les impartían a las estudiantes por parte de las religiosas, fue que se fue formando por generaciones la representación social de la mujer, quien era un sujeto sin prácticas sexuales explicitas y de represión sexual. Estos acontecimientos marcaron los principios éticos de la sociedad indígena incluyendo a los Xinkas y su prolongación en la educación del siglo XIX y parte del XX. Esta educación que fue en primer momento religiosa, deserotizaba el cuerpo de las mujeres, prohibía el descubrimiento de sus propios cuerpos, inhibía estas conductas que definían como “sucias” y “malas”.  

Mientras tanto a finales en el siglo XVIII, la educación comenzó a ser laica y a tener mayor apertura en relación a la educación para las mujeres, a partir de la Ilustración. Por lo que a través de tertulias literarias esta tipo de pensamiento se inició a disipar por las comunidades. 

Se comenzó a incluir además de la educación cristiana para las mujeres, que incluía la lectura, escritura, aritmética y labores que eran habituales, comenzó a extenderse su educación hacia la ladinización y castellanización, música y danza e incluso latín. Aunque la enseñanza fuese extracurricular o fuera de las instituciones oficiales y solo dentro de algunas academias. 
Se logró la inclusión de otros contenidos educativos para las mujeres, así como también el magisterio y más tarde la enfermería.  Sin embargo esto nace a partir de una necesidad latente(1963): 

“La mujer principió a trabajar como empleada en oficinas públicas, ocupación en la que era indispensable poseer una letra clara y fina, ya que no se contaba con máquinas de escribir y era necesario hacer a mano todos los documentos. La Secretaria de Educación Pública fue la primera en dar oportunidad a la mujer”. 
Los antecedentes de la educación laica se remontan al año de 1823. En 1868 se promulgo la Ley de Instrucción Pública que amplio cobertura educativa de manera oficial, que dio como resultado la apertura de escuelas para niñas, en donde se incluía algunas asignaturas normales, como moral y urbanidad.