ASÍ FUERON LOS SINGUAS
Los Singuas no fueron mayas. Los Singuas no fueron la consecuencia y efecto de Tuilán. Ellos ya habían rodado el continente y no venían a parlamentar con nadie sino a esperar a los “venidos del otro lado del mar”.
Es cierto,no se puede negar,en un momento aceptaron el diálogo y fue cuando precisamente,se les traicionó. Por eso se prepararon para la guerra. Tenían la tecnología,la destreza y los gladiadores correspondientes para enfrentar al invasor. Pues en sus planes quedó fuera,ya no cabían las delegaciones ni los galanteos ni nada. Y cuando el sol se puso en el cénit,estalló la guerra,los montes y las barrancas se estremecieron,se tiñeron de sangre. Brotaban como zompopos aquellos guerreros y se esfumaban como fantasmas en la maleza.
Y como un presagio destructivo y de aniquilamiento del adversario usaron flechas envenenadas y pusieron a prueba su destreza y engaño para el enemigo al salir huyendo como dándole a entender que le tenían miedo mientras lograban el objetivo de llevarlos al pie de la montaña donde les soltaban una lluvia de rocas.
Así se escenificó la guerra y así lo aceptaron ellos,los acorazados hispanos,en sus Cartas de Relación. Hubo un momento que don Juan Pérez Dardón,confundido y hasta lleno de pánico le expresó a sus lugartenientes Hernán Carrillo y Fernando de Portocarrero:“¡Santo Dios!,estos indios salvajes nos van acabar”.
La estrategia era así,la táctica operacional suya era esa:los movimientos concéntricos,en círculos y simulando ser muchos,cuando en realidad eran pocos,y esos pocos eran los mismos. Y por eso aquello de hacer pensar que era un contingente grandísimo. De repente…salían en estampida.
Pero como corrían muy rápido,en ocasiones,se veían obligados a botar el paso,pues quien realmente se cansaba era el castellano. El nativo no;él,en cuanto más sacrificio,más elevaba su coraje.
Bastaba un solo grito nacido de aquellas gargantas para ulular en la distancia llevando el mensaje. O tal vez una seña para multiplicarse en lontananza.
Con la velocidad que exponían en cada zancada;saltamonteando retando a la naturaleza,al exabrupto escenario,hasta ganar la distancia y vencer los obstáculos,pero de que el mensaje llegaba,llegaba. Por eso,al divisar la presencia del enemigo ya estaban allí esperando. Fue un combate descomunal,dijeron.
“Aquella parvada de salvajes iba como susurrándole al viento o rindiéndole culto a la muerte en la vociferación de muchas gargantas que a poco se iban multiplicando entre un delirio que es mofa,ritual o culto a un Dios”.
Como canguros. Como enjambres. Como el viento que trota y es cómplice al cobijase en los guarumales. Como la orden suprema de:¡Apunten…fuego!!! Van soltando la lluvia de rocas.
Y allí murieron acorazados,lanceros e indios de a pie y soldados de caballería. Y donde a pesar…y muy a su pesar,los peninsulares se vieron obligados a dar marcha atrás. Pues un paso al frente era un paso al abismo...
De César Morales de la Rosa
Tomado de Revista Códice No. 2