UN CUENTO DE LAS ABUELAS!!! LAS NANAS DEL VIENTO!!!
CUANDO EL SOL Y LA LUNA OLVIDARON LA TIERRA
Hace muchos, muchos años, el Sol y la Luna vivían tan felices en el cielo, que se olvidaron de alumbrar la tierra donde vivían los hijos del sur. Y mientras en el cielo habían grandes fiestas llenas de luz y color, en la en la Tierra todo estaba oscuro, y cubierto de nubes y nieblas y la lluvia caía sin parar.
Y de tanto llover día y noche, los valles se llenaron de agua, y el mar y la tierra se confundían. Solo asomaban las puntas de las montañas más altas y allí se habían refugiado los pobres hijos del sur con sus animales mansos y con los animales salvajes.
Cuando comenzó la inundación dos de los principales Huxi reunieron a su gente y enviaron mensajeros para advertir el peligro a las gentes de las aguas.
—Suban a las montañas, lleven sus venados, sus aves, sus haxuka y sus pequeños ciervos, los gallinas, por que los abuelos del cielo están enojados y rompen las nubes con sus brazo de fuego y las manos de agua comienza a inundar las tierras bajas.
Así voceaban los mensajeros recorriendo pequeños caseríos. Y todos los pueblos se pusieron en camino, llevando lo más necesario. Los seguían sus venados, sus haxu, sus pavos, y los ciervos pequeños. Y detrás de ellos, entre los matorrales y los bosques, huían los gatos de monte, los ocelotes, los zorros y las aves. Ennegrecían el cielo los pájaros de la tierra y del mar. La cigüeñas, volaban en grupos de a cinco, lanzando un extraño grito semejante al sonido de una guitarra chueca; y las chorchonas, desordenados y en bandadas, que ponían verde el cielo, ensordecían con sus gritos desafinados y alarmantes.
Los únicos que estaban contentos eran los peces, desde los más pequeños hasta las ballenas.
Los hombres, aislados en la cumbre de las montañas, encendían débiles fogatas bajo las rucas que construyeron. No se conseguía leña seca, todo goteaba y lloraba, y la oscuridad oprimía el corazón.
Una noche, o una mañana —no podía saberse si era de noche o de día— el Mixtun Wona, que era fuerte como el puma, reunió a sus guerreros y familia y les dijo: —Tenemos que hacer una gran fogata para que le sol nos perdone y vuelva a iluminarnos. Si el ve nuestra señal de fuego, volverá a acordarse de nosotros y correrá las nubes y nos mandará su luz.
Todos, hasta los más pequeños, se repartieron por la montaña para recoger ramas y troncos; pero el trabajo resultaba muy peligroso a causa de la oscuridad. Temían caer al agua y ahogarse. Sin embargo, ninguno dejo de traer aunque fuera una ramita para encender un gran fuego. Y cuando las llamas se alzaron en la eterna noche, les pareció ver el sol y su alegría fue grande y cantaron y bailaron hasta que no quedaron sino brasas.
Y ocurrió algo curioso: Otro pueblo el de los señores del cerro de aire, al ver la fogata de Mixtun y su gente, los imitaron, y pareció que la oscuridad se llenaba de estrellas de oro, encendiéndose una tras otra.
De este modo aprendieron a hacerse señas y hasta construyeron unas especies de canoas, ahuecando los troncos de los árboles más grandes, los gigantescos que viven cientos de años.
Y así, se visitaron los principales caciques, entre ellos, Mixtun, fuerte como un león, y Pa'riku, que se llamaba como el Sol.
Y conversaron largas horas.
—Pa'riku, ya no podemos sembrar y en los montes no quedan animales para cazar.
—En mi cerro se terminaron los conejos y las chompipas; no quedan aves ni ratas. Y la leña se nos acaba. Es necesario hacer algo, Mixtun.
—Sin luz no podemos embarcarnos a otras tierras para buscar el Sol.
—Todos los que mandé en busca de tierra seca y de luz, jamás volvieron —dijo Pa'riku con tristeza.
—El Sol no quiere oírnos, y la Luna no aparece en nuestra larga noche, a pesar de los cantos y los rezos, de los sacrificios y los llantos de niños y mujeres —se quejó Mixtun.
Y aunque mutuamente se consolaban y ayudaban, ninguno de los dos jefes sabía que hacer en tan terrible situación.
¿Qué pasaba en el cielo, entretanto?..... te lo cuento otro dia!!!!