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PUBLICACION REVISTA D

domingo, 26 de octubre de 2014

DIA DE MUERTOS, ORIGEN



EL ORIGEN DEL DÍA DE MUERTOS
Altar y la raíz indígena

Cuando los sacerdotes católicos llegaron a las tierras recién invadidas, para difundir su marea de contaminación religiosa, de odio y conflictos puritanos, no solamente tuvieron la infamia de destruir las lenguas originarias, también tuvieron que entrar en contacto con el mundo ancestral y simbólico de los pueblos.
Para comprender nuestra realidad, para vivirla con mayor placer, tenemos que regresar al doble origen del hoy; al tiempo sin tiempo de los antiguos, y al momento en que un fraile adapto su mensaje medieval a mundo vaporoso de los mitos autóctonos.
MIKTLANTEKU EL SEÑOR DE LA NOCHE ETERNA
el señor de los muertos, también conocido como Ixpúztek/Rostro quebrado, como Nextepehua/ Esparcidor de cenizas y como Tzontémok/El que baja de cabeza. No fue la única deidad de la muerte adorada por los pueblos xinkas hija de las grandes familias Mexicas y Xile.
En el pensamiento e intuición indígena Miktlanteku y Ixiwa'ih son los principios opuestos y complementarios, muerte y vida, principio y fin, lo que del cielo nos dan y lo que de la profunda tierra nos llega; ambos conforman el ciclo básico del universo.
Una vez dicho lo anterior, podemos adentrarnos en el extraño Miktlanteku, entre los dones que otorga (aunque sea paradójico), están el otorgar vida. El señor de la noche eterna y la muerte aparece en diferentes códices asociado a la penetración sexual, al embarazo, al corte del cordón umbilical y a la lactancia.
Este extraño protagonismo tiene su explicación en el poder regenerativo de los huesos-semillas que el mantiene escondidos en su palacio. Con ellos Ixiwa'ih (tras obtenerlos en el Miktlán) crearía a la humanidad, a los hijos del maíz.
El señor de la Muerte es, ante todo, un devorador insaciable de energia. Además se le relaciona con animales temibles para los antiguos: la araña, el ciempiés, el alacrán, el búho y el murciélago.
Para los Xinkas de la primera época de la Colonia (s. XVI), el Miktlán era un lugar yermo, espacioso y sumamente oscuro, un “sitio sin orificios para la salida del humo” se creía que su entras estaba en algunos cerros sagrados llamados puerta.
Fray Alonso de Molina en su Vocabulario, anota la frase “yuhquim micqui itzinco” que significa literalmente “como en el culo del muerto”, y que se asocia con lo tenebroso y lo oscuro.
Los mayas, por ejemplo, utilizaban como uno de los nombres del inframundo el término Xibalbá. En quiché esta palabra quiere decir “lugar de miedo” y en yucateco xibil significa “temblar de miedo, espantarse o erizarse los cabellos” .
El Miktlán es definido como un temible lugar de tormentos, pestilente, en el que se bebe pus y se comen únicamente la malayerba que crece en el baldío.
El inquisidor Torquemada nos dice que los tlaltsincas suponían que en el inframundo las almas de la gente común se convertían en “comadrejas, y escarabajos hediondos, y animalejos, que echan de sí una orina muy hedionda, y en otros animalejos rateros”.
También Miktlanteku suele aparece como un sacrificador armado de un hacha o de un cuchillo de pedernal y para extraer el corazón de sus víctimas.
Y aún en la actualidad se cree en ciertas cuevas con costales porque de allí emanan aires cargados de enfermedad, de muerte y de olor a podre. Pareciera que todavía sobrevive la idea de la cueva-pasadizo al submundo.
Sus animal favorito es el perro que guía a las almas en su viaje al Miktlán. También los murciélagos los tenía en buena consideración, ya que eran sus mensajeros.
El Miktlán era concebido también de forma dual, como una caverna a través de la cual llegan los muertos, pero de igual forma era el lugar del nacimiento de los hombres.
El noveno mes del año del calendario Xinka (cercano a la fiesta católica de todos los santos)se llevaba a cabo la fiesta de los muertos-niños. Se realizaban ritos y festividades con los que se les recordaba y a la vez se prevenía su muerte mediante hechizos que realizaban los ancianos. También el décimo mes del año, hacían grandes solemnidades sacrificando un gran número de hombres, colocando abundantes ofrendas a su alrededor mientras un grupo de jóvenes bailaban en torno suyo adornados con plumas y joyas, lo cual era una forma de celebrar la muerte y darle la bienvenida a la vida.
COMO ERAN LOS ENTIERROS
Al fallecer una persona, le doblaban las piernas en actitud de sentado, afirmaban brazos y piernas atándolos firmemente, en un lienzo acabado de tejer ponían el cuerpo al cual le ponían en la boca una bella pieza de obsidiana verde o azul real que era el símbolo de su corazón, y tendría que darlo a los grandes abuelas en su camino a Miktlán, la residencia de los muertos, enseguida cosían el lienzo con el cadáver dentro y ataban encima un petate para ser quemado.
En una gran plaza alejada de propósito, preparaban una pira funeraria y situaban encima, era rodeado de las cosas que poseyera en vida: su escudo, espada, etc.
La viuda, la hermana o la madre preparaba tortillas, frijoles y bebidas.
Un Wunak(chaman o sacerdote) debía comprobar que no le faltara nada y al fin prendían fuego y mientras las llamas ardían, los familiares sentados aguardaban el fin, llorando y entonando tristes canciones.
Las cenizas eran puestas en una urna junto con el jade.
Los Xinkas creían en la inmortalidad y la muerte no era más que una forma nueva de vida.