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PUBLICACION REVISTA D

viernes, 22 de julio de 2011

UN ARTE EN PELIGRO DE EXTINCIÓN... LA JARCIA XINKA



Un Arte En Peligro De Extincion

La Jarcia Xinka


El arte de la Jarcia, es el tejido con fibra de maguey que se entreteje y se elaboran telares para construir una diversidad de elementos útiles en el hogar.
Muchas familias elaboran artesanías de jarcia como hamacas, morrales, matatas, cinchos, carteras y otros artículos, como forma de generar ingresos económicos. Los materiales que utilizan son mezcal, hilo de algodón y nylon. Los núcleos de artesanos más representativos se encuentran en el casco urbano (Barrio El Calvario) y en las comunidades de Yancolo y El Rodeo.
El hilo de maguey es la materia prima básica para la elaboración de morrales, matates, hamacas, lazos, esponjillas y otras artesanías que los indígenas xinkas elaboran con tejido en sus ratos libres, debido al alto porcentaje de migración a Estados Unidos de los hombres de la región.
Por ello, las indígenas de Comapa, Jalpatagua, Santa Maria Ixhuatan, etc  de la etnia Xinka tienen que dedicarse a las tareas del campo, al cuidado de sus familias y del hogar.

Se ubica en el corazón de los departamentos de Jutiapa, Jalapa, Santa Rosa, a unos 80 kilómetros de la ciudad capital, es el centro económico y político de la región por ser camino Fronterizo a el Salvador. Comapa es una de sus 13 comunidades indígenas xinkas de la región, pero siempre se ha destacado por la organización y unidad de sus habitantes desde hace siglos.
La obtención de la fibra del maguey es un proceso que lleva 15 días en promedio, según las mujeres xinkas de Comapa, primero hay que recolectar leña y cortar las pencas del maguey.
Una vez que se han cortado las pencas se asan, labor que toma varios días según la cantidad, las cuales deben ser de magueyes que ya han producido agua miel, pues éstas contienen mayor cantidad de fibra; una vez que han terminado se dejan reposar.
Luego de que han sido azadas las pencas, éstas se machacan con ayuda de una herramienta hecha de madera, al igual que hace más de 500 años, y se ponen a secar nuevamente.
La fibra se remoja durante algunos días y se peina y seca, tarea que se repite según la calidad del hilo que se desea, así como su blanqueado.
Una vez que se tiene la fibra peinada y blanqueada, se utiliza una herramienta parecida a un trompo de madera llamada malacate, con la cual se hila la fibra para elaborar una sola hebra.
Desde niñas, las mujeres de Comapa son adiestradas en la elaboración del hilar de maguey y el tejido, ya que entre más sea el número de personas en la familia es la cantidad de dinero que se obtiene.
Sin embargo, la deforestación que durante cientos de años ha acabado con muchos mezquites y magueyes es un aspecto preocupante para la industria del hilo y las artesanías en esta zona.
Las asociaciones de artesanos reconocen que nunca han reciben apoyos del gobierno, ni de entidades públicas, se han empezado procesos para replantar magueyes y evitar una mayor desertificación.
Las mujeres aseguran que gracias a la obtención de contratos para exportar sus artesanías a Europa y Estados Unidos se ha mejorado su condición económica, pero ello no impide que atiendan su hogar, los hijos y muchas veces las parcelas y el ganado.
Con el respaldo de organizaciones indígenas han conseguido exportar sus productos, principalmente a Europa y Estados Unidos, con lo que han logrado ingresos que les permiten hacer frente a la difícil condición económica.
El fenómeno migratorio ha modificado la vida en la zona, pues hoy el teléfono es una herramienta básica para esta etnia, además de que siempre están pendientes de las noticias que en algo se refieren a Estados Unidos.
Los jóvenes tienen distintas metas: mientras que los varones nacidos en la región siguen con la idea de ir “al norte’’, las jovencitas buscan continuar con sus estudios a nivel medio superior y superior.
Los Xinkas son por naturaleza desconfiados, es difícil que sin conocer a alguien previamente acepten una entrevista, incluso para visitar la comunidad, YOSOYXINKA. COM solicitó permisos a las autoridades locales con varios días de antelación.
Después de una larga charla, las mujeres  y artesanos hicieron una petición: “Queremos que el gobierno ayude para que no se arriesguen tanto nuestros familiares al pasar a Estados Unidos, por eso tardan en regresar, escriba ahí que sólo pedimos que les den permiso para ir a trabajar’’.
Más de 400 especies
El maguey pertenece a la familia Amaryllidaceae, conformada por más de 120 especies, entre las que destacan Agave Potatorum Zucc, Amarilidáceas (Tobalá) y el Agave Angustifolia Haw (espadín), ya que por sus características vegetativas al ser transformadas en Kuxa bebida tradicional y ancestral de los pueblos xinkas, dan una calidad y sabor inconfundible a la bebida.
En la actualidad, el término comúnmente utilizado en Oriente para nombrar a la Kuxa, es maguey. Nuestro país es el centro de origen de la familia Agavaceae, a la que pertenecen ocho géneros, entre ellos el que se obtiene para hacer tequila. De las 273 especies descritas de esta familia, que se distribuye en el continente americano -desde Dakota del Norte, Guatemala, Estados Unidos, hasta Bolivia y Paraguay- en México se encuentra la mayor diversidad con 205 especies, de las cuales, 151 son endémicas.
Los municipios más ricos en número de especies son Jutiapa, , comapa, Jalpatagua, Xalapan, Ixhuatan, Jumaytepeque.
Los magueyes son plantas de hojas en roseta, gruesas y carnosas, dispuestas sobre un tallo corto cuya piña inferior no sobresale de la tierra. La mayor parte de dichas plantas pertenece al género Agave L. De éste género, en Guatemala  hay más de 200 especies.
“El árbol de las maravillas, es el maguey, del que los nuevos o chapetones (como en Indias los llaman), suelen escribir milagros, de que da agua y vino, aceite y vinagre, miel, arrope e hilo, aguja y otras cien cosas’’. Así escribió el jesuita José de Acosta en su Historia Natural y Moral de las Indias.
Hoy día, como desde hace siglos, los magueyes con sus imponentes tamaños y extravagantes formas, caracterizan los paisajes de las zonas áridas y semiáridas de nuestro país y contribuyen a la conservación y retención del suelo; en algunas regiones se cultivan delimitando bordos o terrazas para evitar la erosión y el deslave de las tierras. Su cultivo hace posible la ampliación de la productividad agrícola en zonas frías y calientes.