Los Tejeros Xinkas
Tradición y Fabricación de las Tejas
Una de las cosas que el pueblo Xinka lleva a Jutiapa es el arte de las tejas, una de las tradiciones más arraigadas a nivel familiar, pues las familias “tejeras” heredaban de sus mayores el arte, dedicándose, hasta las primeras décadas del pasado siglo XIX, enteramente a este menester, que, con la llegada de los bloques y los materiales de construcción modernos, pasó a formar parte de la historia de nuestro pueblo.
En Jutiapa, el Horno más famoso y más conservado es el que se encuentra en las faldas de la Montaña del Chingo, utilizado sus últimas veces por los últimos tejeros del pueblo, Manuel Pérez, Leto Corado.
Las tejas, por razones climatológicas, eran fabricadas en verano, pues el frío las estropeaba. Este trabajo de artesanía requería dos días y una noche, en la cual se “quemaban” las tejas.
La fabricación de las tejas lleva consigo un entramado de pasos que convierten a la misma en un auténtico arte, obra sólo de los más hábiles. Lo primero que había que hacer era obtener el barro, que se encontraba siempre a los alrededores. Se obtenía excavando en la tierra. Barro, que, tras ser llevado aparte, era cernido con una cernidora de tela metálica, con el fin de separar las piedras del barro utilizable. Una cantidad de ese barro debía ser débil y otra parte dura, con el fin de evitar que se estriara o rompiera la teja. Por cada saco de barro se introducía otro de polvillo. Este barro se depositaba en una pila, donde se mezclaba con agua para amasarlo, siempre con los pies. Llenar de barro y agua esta pila era trabajo más que duro, pues tenía capacidad para más de cuatro mil libras. Llena la pila de barro, el agua se iba introduciendo por tres días hasta lograr una masa con el barro.
Tras esto, se procede al amasado del barro, que lo convertirá en una pasta. Este amasado se hacía por porciones, como a cien tejas por vez.
Tras el amasado se procedía al cortado de las tejas, realizado de la siguiente forma: con un artilugio en forma de trapecio, formado con cuatro varillas de hierro denominado gradilla, y estando la teja sobre una laja de piedra lisa, se colocaba sobre este objeto y se alisaba, extendiendo arena fina para evitar que se pegara a la piedra.
Mientras este paso se realizaba, el encargado del siguiente, el tendido de las tejas, colocaba el guarapo (objeto de madera similar a una teja pero con un mango) debajo de la gradilla. Esta se movía dejando caer la teja sobre el guarapo y se le pasaba la mano por encima, paso que era repetido al colocar, previo movimiento de muñeca con el guarapo en la mano, la teja sobre el tendido, superficie de tierra plana y nivelada donde se secaba la teja. Ahí se dejaban secar dos o tres días, antes de ser introducidas en el horno. En este período se ornamentaban las tejas.
Lo siguiente era quemar las tejas. Las tejas se quemaban en el horno, que estaba formado por dos cámaras, una superior donde se colocaba las tejas y otra inferior donde se colocaba la madera para luego hacer el fuego. Las tejas se colocaban verticalmente una tras otras formando una espiral, que el último nivel de tejas estaba colocado de forma similar al tejado, es decir, una boca arriba y otra boca abajo encajadas.
El fuego se encendía a las siete de la tarde, manteniéndose encendido hasta las tres de la mañana. Mientras la madera se consumía, se iba alimentando más. En este paso, además de los tejeros, estaban presentes el anfitrión de la tejada y algunos parientes y amigos. Las tejas iban adquiriendo un color rojizo. Tras hacerse por completo las tejas, y debido al calor acumulado, se las dejaba en reposo ocho días, para que se enfriasen. Cumplido este período, las tejas eran trasladadas por parientes y amigos, así como miembros de la casa, hasta la vivienda que se fuera a techar.
Otra más de las características de Jerez y sus habitantes que nos traslada en el tiempo hasta nuestros abuelos, cuando el sueldo de la ayuda a un familiar era otra ayuda cuando fuera necesaria, así como los favores y la empatía que existía en nuestros pueblos, Amor, cariño y empatía que sin duda heredamos de los Xinkas, nuestros ancestros, los Grandes Hermanos del sol y la luna.