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PUBLICACION REVISTA D

domingo, 5 de abril de 2015

NUMERACIÓN XINKA


NUMERACIÓN XINKA
LAK' XINKA

En Guatemala, entre los siglos X y XI de nuestra era, se inició el desarrolló de la civilización Xinka. Crearon un sistema de cifras que conocemos a partir de manuscritos que los especialistas llaman Codex. En ellos los escribas expresaban por escrito los resultados de sus inventarios y el recuento de los tributos recogidos por la comunidad y los señoríos, reproduciendo cada cifra tantas veces como fuera necesario junto a los pictogramas asociados. Esta numeración se basa en el principio aditivo según el cual el valor de una representación se obtiene sumando los valores de las cifras.

La numeración Xinka era vigesimal, lo mismo que utilizamos actualmente llamada arábiga es decimal. Utilizaban cantidades hasta 20 sirviéndose del número preciso de puntos o círculos, a pesar de que en las matemáticas Xile la cual tiene influencia el Xinka, se simplificaba el proceso recurriendo solamente a círculos y las barras para representar series de veinte o cien. Los Xinkas utilizaban el punto para representar unidades, el punto negrecido con el centro blanco para contar 10  y circulo ennegrecido con un circula alrededor para indicar 20 o las decenas, que iban repitiendo círculos alrededor de veinte en 20, al llegar al 100 es cuando se utilizaba una barra horizontal y con las posteriores cantidades las barras se colocaban debajo de los círculos y puntos. También utilizaban la figura de una equis estirada para representar 400(20 x 20) y una equis estiradas con alas para indicar 1000. Cuando pretendían indicar 8.000(20 x 20 x 20) recurrían a un circulo con una equis estirada por encima, que venía  a significar resulta tan incalculable como los halos que cubren al sol.

En un manuscrito encontrado después de la llegada de los españoles, se puede ver cómo resolvían los Xinkas el tema de las fracciones. Para ello se limitaban a oscurecer segmentos de la cuarta parte, la mitad o las tres cuartas partes de un disco. De una forma similar se representaba el diez (también los múltiplos del mismo), pero coloreando unos espacios definidos del círculo del signo veinte, y los centenares añadiendo líneas uniformes al símbolo de cuatrocientos.

MATEMÁTICA XINKA

La cultura Xinkas contrario a la idea que se tiene alcanzó un desarrollo matemático importante, incluso usó un sistema de fracciones de unidad que les permitió cálculos aritméticos para determinar con exactitud áreas de superficies o terrenos agrícolas.
A partir del análisis de los registro y códices Xinkas, que se encuentra en las comunidades indígenas, otros en colecciones privadas y los textos en la Biblioteca de París, y del de Santa María Asunción, resguardado por la Biblioteca Nacional de México, determinamos que los Xinkas representaban esas fracciones a partir de símbolos que usaban para calcular la superficie de terrenos y establecer los montos de impuestos que debían pagar los súbditos de su comunidad o señorío.
“Después de muchos años llegamos a la conclusión de que los dibujos en los planos en de textos antiguos como el Papalhuapa, Santa María, Catalina corresponden a fracciones. Como ocurre con los gobiernos modernos que exigen cuidadosos registros catastrales, los Xinkas eran contables diligentes cuando se trataba de transacciones de terrenos y el control de la tierra.
Los Xinkas utilizaron su propia forma de aritmética, la cual incluyó dibujos de círculos, espirales, corazones, manos, dedos y flechas como alternativas a fracciones, para medir y registrar áreas de parcelas de tierra. Luego de medir 369 parcelas agrícolas a las que se hacen referencias en los códices, Williams y Jorge, especialistas en antropología y matemáticas, respectivamente, determinaron que esa cultura prehispánica empleaban al menos cinco diferentes algoritmos para determinar no sólo el perímetro, sino el área de una superficie.

Williams y Jorge documentaron las propiedades agrícolas que poseían familias en la ciudad-Estado entre 1540 y 1544. Los algoritmos que se utilizaban, desde algunos muy sencillos, hasta otros más complejos, que fueron utilizados por civilizaciones como la sumeria o la china. El emplear fracciones de unidad en sus sistemas de medición, permitió determinar con gran precisión el área de terrenos irregulares y/o con relieves.
Los Xinkas empleaban el geme, ixco, la mano, el pie, abrazada y el “lak” como unidad de medición de distancia, el cual equivale a 2 metros; sin embargo, en los códices estas unidades están acompañadas de círculos flechas, corazones o brazos.

Luego de usar cinco diferentes algoritmos, se estableció que dos flechas eran el equivalente a una unidad, que cinco manos equivalen a tres unidades o que cinco corazones representaban dos unidades.

“Ellos no usaban decimales, pero sí empleaban un sistema similar al inglés, donde, por ejemplo, tienes pulgadas (geme) y pies, entonces los sumas por separado, pero por cada 12 pulgadas tú puedes convertirla a un pie. Así los Xinkas, si ellos tenían dos unidades y cinco flechas, entonces su número final era cuatro unidades más una flecha”. De acuerdo con este estudio, se descubrió que para medir un terreno,  emplearon el sistema lado por lado, cuando eran cuadriláteros, pero en otras superficies con formas más complicadas a manera de pentágonos o hexágonos, usaron algoritmos como el de tomar un par de lados opuestos y promediarlos, para luego multiplicar el resultante por alguno de los otros lados.

Al aumentar la complejidad, dado que no todos las parcelas coincidieron con el empleo de los tres algoritmos, también dividían los cuadriláteros en dos triángulos y usaban la regla de base por altura sobre dos para determinar el área.

El último algoritmo utilizado por los Xinkas (el de usar la descomposición prima de las áreas). Sin embargo, luego de emplear esas cinco formas de medir, los resultados sólo coincidieron 287 de las 369, lo que sugiere que existen algunos otros sistemas matemáticos para determinar esas áreas. 


sábado, 4 de abril de 2015

PUEBLOS IDIGENAS MUERTE A MANOS DE LAS MULTINACIONALES


La mina de carbón El Cerrejón, la más grande del mundo a cielo abierto y que utiliza unos 35.000 litros de agua al día, afecta la vida de los indígenas, privándolos de la única fuente hídrica que tenían y causando numerosas muertes entre la población.

Armando Valbuena, autoridad tradicional de los Wayúu, denuncia que alrededor de 14.000 niños de esta comunidad indígena han muerto de inanición y "la mortandad no se detiene", según lo cita el portal Aporrea.

El territorio que ocupan los Wayúu, en el norte del país, carece de controles y presencia estatal colombiana. Mientras los miembros de la comunidad se mueren de sed y hambre, la escasa ayuda gubernamental no llega a los indígenas por culpa de la corrupción, según los voceros de la población Armando Valbuena y Javier Rojas Uriana.


"Las medidas que se han tomado son insuficientes y Cerrejón, con el permiso del Gobierno Nacional, se apoderó de la única fuente hídrica que teníamos, dejando a la comunidad aguantando sed y por eso se han perdido muchas vidas"
Javier Rojas Uriana, representante legal de la Asociación de Autoridades Tradicionales Indígenas Wayúu Shipia Wayúu


Este último, representante legal de Asociación de Autoridades Tradicionales Indígenas Wayuu Shipia Wayuu, fue a presentar una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, por la violación de sus derechos vitales fundamentales, y a exigir que se tomen medidas urgentes para que los indígenas puedan recuperar el uso del río Ranchería, el único que poseen.

"Las medidas que se han tomado son insuficientes y Cerrejón, con el permiso del Gobierno Nacional, se apoderó de la única fuente hídrica que teníamos, dejando a la comunidad aguantando sed y por eso se han perdido muchas vidas", declaró Uriana, según lo cita 'El Heraldo'.

"Las regalías han ido a parar a los bolsillos de los políticos y nos han usado como excusa para direccionar recursos para supuestos programas que nunca nos han beneficiado", agregó.

«Pueblos indígenas de América Latina, muriendo por culpa de las multinacionales» Lunae Parracho / Reuters 

La tragedia de los Wayúu está lejos de ser el único caso que representa la grave violación de los derechos de los pueblos indígenas por parte de las grandes empresas.

En febrero, varias agrupaciones indígenas del Cauca, uno de los principales departamentos de aborígenes en Colombia, organizaron un levantamiento pacífico para exigir que se les reconozca el derecho a la tierra y acusar al Gobierno de usurpar sus territorios más productivos.

Los manifestantes denunciaron que el Gobierno había asignado sus tierras más fértiles a la industria cañera. Además, señalaron que las empresas instaladas contaminan estas zonas milenarias sin respeto alguno por el medioambiente. 

"Hay un interés por parte de las multinacionales que pretenden entrar en estos territorios para explotar yacimientos de diferentes metales, entre ellos, el oro", señaló a el portavoz del consejo regional indígena del Cauca, Antonio Palechor.

"Nos han dicho que nosotros somos personas terroristas, que nosotros somos personas que estamos en contra del desarrollo, estamos en contra del sistema"Isabel Turuy Patzan, un hombre indígena

En Perú, los pueblos indígenas protestan desde hace años contra la extracción de recursos en sus territorios y la explotación de hidrocarburos. A finales de enero, cientos de indígenas peruanos  paralizaron la producción en la mayor concesión petrolífera del país, denominada 'Lote 1AB', operada por la empresa argentina Pluspetrol.

En Brasil, la multinacional Coca-Cola está involucrada en varias luchas de los pueblos indígenas, ya que compra el azúcar a la empresa estadounidense Bunge, que, según denuncian, lo obtiene de tierras robadas a sus tribus.

En Argentina, el conflicto entre el Estado y los indígenas Qom por el derecho a la tierra y su propia identidad, no deja de agitar al país y genera cada vez más discordia en la sociedad.

En Guatemala los pueblos idigenas mayas, xinkas y garifuna denuncia que está bajo presión del Gobierno por su oposición a los proyectos que las multinacionales quieren llevar a cabo en los asentamientos de la población autóctona, persecución y asesinato de los lideres y comunitarios que se oponen a los proyectos, criminalización y encarcelamiento para lideres que apoyan los movimientos en contra de las multinacionales y estigmatización mediática son algún de las acciones del gobierno para acallar las voces de los pueblos.

"Nos han dicho que nosotros somos personas terroristas, que nosotros somos personas que estamos en contra del desarrollo, estamos en contra del sistema", dijo Isabel Turuy Patzan, un hombre indígena.

Los activistas aseguran que la falta de información es uno de los factores que permiten a las autoridades criminalizar las protestas, impedir consultas y acallar las voces de todo un pueblo.


El desastre causado por Chevron

Uno de los casos más impactantes y tristemente conocidos es el de la petrolera estadounidense Texaco, más tarde absorbida por Chevron, que causó uno de los peores desastres medioambientales de la historia en la Amazonía ecuatoriana. Debido a las malas prácticas extractivas afectaron al ecosistema, a las personas, a las especies; alteraron tanto el medioambiente que hasta obligaron a desplazarse a poblaciones indígenas de sus territorios ancestrales.


Se calcula que durante los 30 años que la petrolera estuvo en Ecuador se vertieron aproximadamente 80.000 toneladas de residuos tóxicos en un área de unas 500.000 hectáreas. Además, se estima que esta contaminación se ha cobrado al menos 1.400 vidas en la región, por enfermedades derivadas de los vertidos. Muchos indígenas y agricultores siguen afectados por las secuelas, que incluyen malformaciones de nacimiento y distintos tipos de cáncer.

"Las empresas transnacionales gozan de derechos especiales, protecciones y privilegios que han llevado la injusticia social y ambiental a un nivel sin precedentes, en particular en los países en desarrollo que no cuentan siempre con los recursos legales suficientes para defenderse."Ricardo Patiño, ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador

Por su fuera poco, la petrolera norteamericana se ha negado a pagar una indemnización de 9.500 millones de dólares, fijada por la justicia de Ecuador, en el marco de un proceso legal iniciado por indígenas y colonos de la Amazonía ecuatoriana.

"El daño masivo causado por Texaco en la zona de Lago Agrio en la selva amazónica del Ecuador es bien conocido. Esta espeluznante contaminación es evidente en las piscinas infectadas de desechos tóxicos que aún permanecen veinte años después de la salida formal de la petrolera estadounidense de nuestro país. A pesar de perder un caso judicial en Ecuador, llevado por las comunidades indígenas afectadas, Chevron (que adquirió Texaco en 2000) está utilizando ilegal e ilegítimamente el sistema internacional de arbitraje para eludir el cumplimiento de la sentencia emitida en el Ecuador", manifestó al respecto el ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, Ricardo Patiño, en un artículo escrito para RT. 

No obstante, algunas de las luchas de los indígenas contra las transnacionales sí que tienen un final feliz. Así, en octubre del año pasado la Corte Suprema de Chile revocó el fallo de un tribunal que había dado luz verde al proyecto de oro y cobre El Morro, de la empresa canadiense Goldcorp, gracias a un recurso de protección interpuesto por los indígenas diaguitas.

La Corte Suprema señaló que la resolución favorable del estudio de impacto ambiental obtenida en octubre del 2013 estaba viciada porque no se había hecho la consulta correspondiente a las comunidades involucradas y, en un fallo dividido, revirtió la decisión de la Corte de Apelaciones de Copiapó, a unos 800 kilómetros al norte de Santiago, que había rechazado el recurso de protección de los diaguitas.

Esta victoria se sumó a otros fallos judiciales, ganados por los diaguitas a la canadiense Barrick Gold. Así, en mayo del 2013 paralizaron el proyecto aurífero Pascua Lama, en un sector compartido de la cordillera de los Andes, tras demostrar que los trabajos previos de la mina contaminaban los glaciares cercanos, obligando a la empresa a concretar un compromiso con los indígenas, que podrán acceder a información del proyecto, para ser posteriormente revisada por expertos. 


FUENTE: RT sepa mas

jueves, 2 de abril de 2015

“Dinámicas de despojo y resistencia en Guatemala”


“Dinámicas de despojo y 
resistencia en Guatemala”


“En los últimos años, después de haber cerrado en falso el ciclo del conflicto armado, Guatemala ha entrado de lleno a las dinámicas de la economía global a través de lo que se ha revelado como la más dañina de sus formas: la denominada acumulación por desposesión que practican oligarquías nacionales en alianza con transnacionales dedicadas a las actividades extractivas: minería, petróleo, hidroeléctricas, agrocombustibles, etcétera.

La prepotencia, violencia e impunidad con que actúan estas empresas, apoyadas por el Estado que sigue utilizando todas sus herramientas –especialmente las represivas– para apoyar los intereses renovados de la oligarquía, ha sido contestada por las comunidades y pueblos que están dispuestos a defender lo que les queda de sus territorios y sus derechos con los mecanismos que la historia, la legalidad y su propia voluntad les proporcionan.

Eso es lo que de manera general se muestra en este estudio. Se describen los procesos desarrollados en tres lugares en los que la presencia del capital dedicado a actividades extractivas generó un ambiente de conflictividad, que se manifiesta en división comunitaria, intimidación, personas asesinadas, perseguidas y detenidas. Las medidas represivas y la falsedad de los mecanismos de “diálogo” tomadas por el gobierno sólo han servido para agudizar la situación.

Así ocurrió en San Juan Sacatepéquez con la planta cementera San Gabriel de la empresa Cementos Progreso, propiedad de la familia Novella Torrebiarte; en el Valle del Polochic con el ingenio Chabil Utzaj del grupo Pellas Chamorro de Nicaragua; y en Barillas con la empresa Hidro Santa Cruz S. A., propiedad de la empresa española Ecoener Hidralia Energía, de Luis Castro Valdivia. Las tres tienen otros capitales en base a préstamos e inversiones.

A partir del análisis de estos tres procesos, se exponen las lógicas que están detrás de los tres actores implicados en los procesos de despojo y resistencia: las comunidades, el Estado y las empresas. Ése busca ser un aporte específico de este trabajo: mostrar los procesos, factores y racionalidades que están detrás de las dinámicas de despojo, lucha y resistencia en las que estamos insertos.

La conflictividad ha ido en aumento en todo el país conforme las formas autoritarias se refuerzan, los gobiernos han apostado de forma más clara por defender los intereses corporativos y actúan en contra de los derechos ciudadanos establecidos en la ley. Con este trabajo intentamos mostrar que lo que está en juego es el futuro de Guatemala: si la inserción en la economía global va a hacerse una vez más a costa de las necesidades de la mayoría de la sociedad; o si la sociedad guatemalteca, las comunidades y organizaciones, podrán cambiar el rumbo de la historia mediante el ejercicio de sus derechos.

Esta publicación es parte de un sueño, de un proyecto que se pensó y se realiza dentro de una concepción compleja y colectiva del trabajo político, de análisis y de comunicación. Es un producto del trabajo de un grupo de personas que creemos que es necesario enfrentar la realidad actual desde el aporte de todos y todas.

El objetivo es contribuir a las luchas de la gente con el análisis, la reflexión y la difusión. Este constituye nuestro granito de arena.

Es necesario nombrar a muchas más personas y en especial a quienes en cada uno de los lugares nos acogió y a este proyecto como suyo. Sin ellas hubiera sido imposible realizar este trabajo y otros más. Esperamos haber recogido sus palabras, aspiraciones, preocupaciones y contribuir a defender su derecho a ser escuchadas. Este documento es de ellas y para ellas, y sabemos que le darán un uso que multiplique su esfuerzo.

El sueño desde el principio es que esto sea parte de una investigación dentro de una dinámica más amplia, cuyo objetivo es que los hechos terribles que se relatan acá no vuelvan a suceder, para que los pueblos y los sujetos tengan un lugar digno, el lugar que se merecen, en el presente y el futuro de este país.”


Genocidio en la conquista de América (1492-1573)



Genocidio en la conquista de América
(1492-1573)

El genocidio americano tenía un precedente inmediato en las islas Canarias en el siglo XV. Los guanches fueron diezmados y esclavizados hasta su total extinción


Durante demasiado tiempo se ha venido sosteniendo por una gran parte de la historiografía que la conquista de América fue muy beneficiosa tanto para los europeos como para los indios. Para muchos la América Precolombina era un mundo “salvaje”, “subdesarrollado” y “desaprovechado”. Pero realmente, como ha escrito recientemente Matthew Restall, “las culturas indígenas no eran ni bárbaras ni idílicas, sino tan civilizadas e imperfectas como las culturas europeas de la época”. La verdad es que la Conquista, como se entendió en el siglo XVI, fue tan provechosa para Europa como cruel, destructiva y asoladora para el mundo indígena. Decía Lichtenberg con mucha razón que “el día que el indio descubrió a Colón, fue un mal día para el indio”.

¿Qué les pasaría por la cabeza a los desdichados indios cuando veían a los españoles tomar posesión de sus cacicazgos, sus reinos, sus estados y hasta de sus mares?, ¿qué debió pensar el cacique Chiape cuando, obligado por las armas, presenció el 25 de septiembre de 1513 la toma de posesión, en nombre de Castilla, del Mar del Sur?. No tenemos muchos testimonios, pero no es difícil imaginar su perplejidad.

Lo cierto es que la evolución de centenares de pueblos y de algunas civilizaciones americanas quedó cortada en seco desde 1492. De no haber ocurrido el “encuentro” ¿cómo habrían evolucionado esas civilizaciones?, no lo sabemos, pero probablemente de forma no muy distinta a Europa, aunque con varios siglos de retraso evolutivo.

1.-EL GENOCIDIO Y LA HISTORIA DEL HOMBRE

Europa, ni tenía derecho a hacer lo que hizo ni dejaba de tenerlo, porque desde la Antigüedad hasta pleno siglo XX la irrupción de los pueblos “superiores” sobre los “inferiores” se vio como algo absolutamente natural y hasta positivo. El colonialismo se justificó no como una ocupación depredadora sino como un deber de los pueblos europeos de expandir una cultura y una religión superior. Hasta muy avanzado el siglo XX, con la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), no ha habido realmente una legislación protectora de los pueblos indígenas. Aún hoy, el genocidio sobre los indios guatemaltecos o brasileños sigue siendo una praxis recurrente, en medio de la indiferencia mundial.

E. G. Bourne comparó la actuación de Roma con Hispania, a la de los españoles con América. Y aunque lo hizo con el objetivo de elogiar a España lo cierto es que ambos acontecimientos generaron una gran destrucción física y cultural. Y es que el “colonialismo Imperialista”, utilizando terminología de Max Weber, ni lo inventó España ni empezó con la conquista y colonización de América, sino en la Antigüedad.

Pero, incluso, mucho antes, en el Neolítico, se dio lo que Marshall D. Sahlins ha llamado la “ley del predominio cultural”. En realidad era más bien una praxis. Ésta provocó que los grupos neolíticos desplazaran a los nómadas a lugares inhóspitos y aislados, abocando a muchos de ellos a su extinción.

Así, pues, llamémosle “ley de predomino cultural”, “capitalismo imperialista” o de cualquier otra forma, pero la realidad es que el sometimiento de unos pueblos a otros ha sido una constante en la Historia. Paul Shaw y Yuwa Wong han cuantificado en 14.500 las guerras ocurridas en 5.600 años de historia documentada, con un balance de 3.500 millones de muertos. Los datos no pueden ser tomados demasiado en serio pero nos sirven para demostrar que la guerra y la destrucción han estado plenamente ligadas a la historia del hombre y, sobre todo, a la historia de la civilización.

Y por si fuera poco, el siglo XX ha sido el más genocida de la historia de la Humanidad. Aún hoy, algunos gobiernos de países Hispanoamericanos practican políticas cuanto menos etnocidas con sus comunidades indígenas.

2.-¿QUIÉNES Y POR QUÉ NIEGAN EL GENOCIDIO DE LA CONQUISTA?

Tradicionalmente, ha producido gran escándalo tildar la labor española en América como genocida. Y para negarla se han utilizado un sin fin de argumentos inconsistentes. Históricamente, muchos cronistas vieron la guerra contra los indios como legítima, favorecida por “el milagro de Dios”, para el “bien y remedio de aquellas almas”. Son muchos los que vieron en la Conquista de América unas guerras justas favorecidas por Dios para castigar los pecados de los indios. Y en este sentido, no olvidemos que el papa Gregorio VII, excomulgaba a los descendientes de los herejes hasta la séptima generación. Hijos, nietos, biznietos y rebiznietos eran culpables por los pecados de sus antepasados.

Que tuvieran esta visión en el siglo XVI no tiene nada de particular. Más difícil de entender es que haya historiadores en pleno siglo XXI que, con argumentos no muy diferentes, se opongan tajantemente a calificar la conquista como genocida. El profesor Francisco Guerra, por ejemplo, lo niega bajo dos argumentos: primero, que los pueblos indígenas se beneficiaron de las técnicas, las artes y las ciencias que traían los españoles. Y segundo, que también ellos -.aztecas e incas sobre todo- habían exterminado a otros pueblos. Para él, el descenso de la población indígena se debió fundamentalmente a las epidemias. Los argumentos esgrimidos por Guerra, no se sostienen; las epidemias fueron un factor de primer orden pero no el único, ¿y las matanzas sistemáticas de caciques?, ¿y los trasvases masivos de esclavos indios?, ¿y el trabajo minero en condiciones infrahumanas?, ¿y las vejaciones?, ¿y las violaciones de indias?... En cuanto a lo segundo, es obvio que el hecho de que los aztecas o los incas practicaran algunas de estas acciones no puede servir para negar el genocidio de la Conquista.

Por su parte, André-Vicent O.P afirma que el genocidio queda “desmentido por la persistencia de la raza en México y en la población mestiza de las islas españolas”. Plantear la “persistencia de la raza” como negación del genocidio es falsear la historia. También persisten los judíos y no por ello se puede negar el genocidio nazi. La población en América se ha recuperado desde mediados del siglo XVII, pero, ¿Qué pasó con los entre 50 y 80 millones de indios que desaparecieron entre 1492 y 1650?

Otros incluso, van más allá al negar el genocidio español pero sostener el azteca frente a otros pueblos aborígenes como los tlaxcaltecas, los totonacas o los huancas. Es decir, invierte los términos, los españoles no fueron los genocidas sino los indios. La historia al revés, los verdugos convertidos en víctimas.

Demetrio Ramos niega también el genocidio, incluso en el caso de los taínos antillanos que se extinguieron en menos de medio siglo. Sin aclarar demasiado afirma que era un pueblo “débil física y estructuralmente” y que su desaparición “tiene explicaciones mucho más lógicas que aquellas del genocidio”. Finalmente, Restall, aunque afirma que fue “el mayor desastre demográfico de la historia humana”, niega el genocidio porque no hubo voluntad de exterminio, sino de incorporarlos a la cadena productiva como mano de obra. Esta última opinión parece algo más sólida pero peca de eurocentrismo, porque trata a todos los indígenas americanos como si fueran una unidad. Aztecas o incas vivían en un estadío muy desarrollado que permitía sin dificultad incorporarlos a los trabajos forzados de los españoles. Y eso hicieron los españoles, incorporarlos a la cadena productiva, aunque fuese en penosísimas condiciones laborales. En cambio, muchos otros grupos indígenas, que estaban a nivel de bandas y tribus, no se adaptaron al trabajo sistemático y no hubo en absoluto voluntad de evitar su exterminio. Y citaré un ejemplo concreto, en 1513 Fernando el Católico declaró a las islas Lucayas y a muchas de las Antillas Menores como “islas inútiles” y, por tanto, su población susceptible de ser deportada y esclavizada. Una decisión verdaderamente genocida, aunque duela reconocerlo, y no muy diferente a algunas de las más crueles decisiones tomadas por los nazis en relación a los judíos.

En cambio, hay otros historiadores críticos que sí han denunciado el genocidio de la Conquista. Casi todos ellos americanos, como David Bastone, Francis Jennings o John F. Guilmartin. En España el profesor Manuel Lucena Salmoral sí ha sostenido la existencia de un genocidio al menos en los primeros años de la Conquista.

Como veremos a continuación resulta hoy imposible negar el genocidio, y debemos olvidarnos de patrioterismos y de injustificados sentimientos de culpa. No es posible pedir hoy disculpas por lo que hicieron los españoles del siglo XVI, como no es posible que los italianos pidan perdón por lo que hicieron los romanos en tiempos de Jesucristo. Como muy bien ha escrito Lucena Salmoral se trata de “conocer la verdad histórica y aceptarla, por dura que resulte”. Los españoles, como hicieron antes y después otros muchos pueblos, arrasaron a los pueblos aborígenes americanos, y la vida continuó –aunque no para todos, claro-.

3.-EL GENOCIDIO ARCAICO O MODERNO

Creo que ha llegado la hora de reconocer abiertamente el genocidio y hacer, aunque sea cinco siglos después, justicia a los millones de indios que perecieron tras el famoso “choque cultural” entre Europa y América. Las violaciones de los derechos humanos son imprescriptibles y, por tanto, nunca es tarde para enjuiciar objetivamente lo que allí ocurrió y denunciar a muchos de sus más crueles protagonistas.

Para empezar habría que tener claro el concepto de genocidio. Para ello recurrimos a la resolución de Naciones Unidas de 1948 para la prevención y sanción de dicho delito. En su artículo segundo dice:

“Se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matanza de miembros del grupo; b)lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”.

Todavía en España hay quien habla de la gesta de la Conquista sin ser conscientes de que millones de indios murieron y de que otros fueron sometidos a la más miserable de las servidumbres, sus instituciones subyugadas y su cultura y su lengua aniquilada.

Pocos historiadores dudan ya que la Conquista fue esencialmente una campaña de pillaje, cuya tapadera ideológica fue la idea de misión cristiana o de cruzada. Y así lo entendieron los propios indios. Manco Inca, descendiente de los Incas del Perú en un discurso pronunciado a los indios que secundaban su alzamiento en 1535, dijo lo siguiente:

“Su codicia ha sido tanta que no han dejado templo ni palacio que no han robado, más no les hartarán aunque todas las nieves se vuelvan oro y plata”.

Los españoles aniquilaron más por su afán de fortuna que por un deseo de exterminio en sí mismo. Se trataba de un genocidio que yo suelo denominar moderno o arcaico, en relación al genocidio contemporáneo. Obviamente, este último es una forma de barbarie mucho más desarrollada, más perfecta y, por tanto, también más perversa. Implica la instrumentalización de la ciencia, el apoyo estatal y la eliminación consciente de pruebas y testigos, conscientes de que algún día el mundo les juzgaría. Esta forma extrema y radical de exterminio no existió en la Conquista de América.

En cambio, como ya hemos dicho sí que se dio tanto un etnocidio como un genocidio moderno o arcaico. Etnocida se considera toda política que traiga consigo a corto o largo plazo la desaparición de una cultura indígena. Por ello, obviamente, toda la colonización española de América fue etnocida. Pero el etnocidio no excluye el genocidio. Hubo un genocidio arcaico que se llevó a cabo al margen de los designios Reales y probablemente sin una planificación global. Tampoco hubo una verdadera voluntad de eliminar pruebas, de ahí que hayan llegado centenares de documentos en la que otros españoles denunciaban estos hechos.

El genocidio americano tenía un precedente inmediato que es el ocurrido en las islas Canarias en el siglo XV. Los guanches fueron diezmados y esclavizados hasta su total extinción. Fue exactamente lo mismo, con la única diferencia de la magnitud porque la población de las islas Canarias no podía compararse con la americana. Los indios taínos de las Antillas fueron igualmente exterminados. Hubo exterminio sistemático de caciques y de líderes indígenas que eran sustituidos por sus propios hijos, ya leales a España.

La colonización fue aún peor porque el indio fue discriminado y depauperizado hasta límites insospechados. Todavía en nuestros días quedan residuos de ello en nuestra lengua. Cuando hablamos de “hacer el indio” nos referimos a hacer el tonto, equiparando indio a tonto o a ser poco inteligente. Sirvan estas pocas cuartillas para recordar a los millones de indios que perecieron fruto del empuje colonialista europeo.

Capítulo del libro: "Conquista y destrucción de las Indias (1492 - 1573)"



VOCES DE TRUENO EN LA CIUDAD: Episodios de la lucha armada urbana en 1981


VOCES DE TRUENO EN LA CIUDAD:
Episodios de la lucha armada urbana de 1981 en Guatemala

Mario Payeras cuenta, en tono sereno, la vertiginosa historia de la derrota del frente guerrillero urbano del EGP, ocurrida en 1981. En ese momento se enfrentaron de manera sorda y a veces trepidante, dos concepciones y dos prácticas militares antagónicas, en las calles y barrios de la ciudad de Guatemala.

El ejército, asesorado por agentes de inteligencia de Argentina e Israel, financiado por el gobierno estadounidense a través de sus aliados como la dictadura militar taiwanesa, y conducido por generales que sistematizaron una concepción contrainsurgente que puso en juego las tácticas más feroces contra su propio pueblo. Consiguió proteger con eficacia los privilegios de la vieja oligarquía y de la nueva casta militar. El adversario a derrotar por esta alianza reaccionaria, el frente urbano del EGP, fue una de las estructuras guerrilleras (como todas las de la URNG) cuyos métodos conspirativos, formación táctica, tipo de disciplina, concepción operativa y orientación programática, respondía fundamentalmente a una asimilación acrítica de la experiencia cubana.

El análisis que Mario hace de éste y otros episodios de la lucha guerrillera en este volumen y en otra de sus obras clave, Los fusiles de octubre, constituyen el cuestionamiento más serio y oportuno a las bases conceptuales e ideológicas del accionar de la izquierda guatemalteca en ese período. En su narración Payeras proporciona las claves para entender el fracaso del proyecto revolucionario guerrillero. Enfrentar al poder político y militar del estado finquero con un aparato miliar distanciado de la acción política de las masas, resulta un esfuerzo de un heroísmo sobrehumano que no puede, por sí mismo, conducir a la victoria. Esta es la lección más importante que nos lega Mario en este libro.

Su planteamiento crítico levanta reacciones colmadas de desdén y desagrado, aún en nuestros días. En su momento, el cuestionamiento formulado por Payeras y sus compañeros de Octubre, Revolucionario, significó un gesto radical de consistencia, valentía y seriedad para encarar los propios errores. Hoy sigue siendo un aporte profundo al examen necesario y aún pendiente, del papel y situación de la izquierda guatemalteca.

Releyendo estas páginas me invade la nostalgia por las certezas que convencieron a tantos de arriesgarlo todo en pos de la revolución. La disposición combativa hasta el sacrificio, la clandestinidad y sus renuncias como modo de vida, la confianza a toda prueba en las virtudes revolucionarias, la referencia al sistema socialista realmente existente y la solidaridad de la gente común con ‘los muchachos’ eran realidades indiscutibles, y hoy están disueltas en el humo-niebla de este principio de siglo. Mario Payeras salió a tiempo de la escena.

Perdimos, sí. Ganó el afán por el oro y su brillo ensangrentado. Más con la derrota de los revolucionarios perdieron todos, hasta los ilusos triunfadores que proclaman su victoria con más guerras invasoras, con más acaparamiento y más miseria, con un remolino planetario de codicia. Le llaman globalización, libre mercado. Sus voceros se autonombran libertarios, pues en ese afán de latrocinio, se adueñan hasta de nuestro lenguaje. Hacen cálculos sobre cuánto va a durar el petróleo. La pregunta es cuánto va a durar la iniquidad.

Y vemos que los problemas de la ciudad que él narra no han dejado de existir; la desigualdad, el racismo, la contaminación y la violencia siguen siendo problemas pendientes de resolver. Si buscamos construir movimientos eficaces, es fundamental analizar, estudiar y conocer los éxitos y los fracasos de los que ya lo han intentado.