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PUBLICACION REVISTA D

viernes, 21 de abril de 2017

INDIO, INDIGENA, ABORIGEN Y ORIGINARIO


Diferencia entre indio, indígena, aborigen nativo y pueblo originarios


No caben dudas que el idioma español es uno de los más ricos del mundo. Sin embargo, esto puede provocar algunos predicamentos a la hora de referirnos a ciertos temas.

Es el caso de la diferencia entre indio, indígena, aborigen y pueblo originario. Esto muchas veces lleva a ciertas confusiones. Están por ejemplo los que creen que la palabra aborigen no debe usarse debido a que la misma quiere decir «sin origen» o que el término «indígena» deriva de «indigente».

Es por ello que, a fin de terminar de una vez con esta polémica, vamos a explicar los términos más apropiados para dirigirnos a estas comunidades.




1. Indio

Se habla de indio cuando se hace referencia a un habitante de la India, el país asiático. Quien comenzó con la confusión (entre saqueos y genocidios) fue Cristobal Colón, quien como todos sabemos llegó a América por error mientras buscaba una ruta alternativa para llegar a las indias orientales.

La palabra, proviene del griego «Indikós», nombre que los griegos le dieron a los territorios de Asia. Los romanos luego llevaron esta palabra al latín y de allí que, miles de años más tarde, se (mal) usó para hacer referencia los habitantes de la América precolombina.

Pero pará, ¿no se les decía hindúes?
Esta es otra confusión muy habitual en el mundo hispanohablante. En este sentido, el término hindú aplica para los practicantes de la religión hinduista, una de las más importantes de ese país (pero no la única).



2. Indígena
Este término se usa para referirse a alguien nativo de un lugar y encuentra su origen en el idioma latín, siendo su significado «de allí». La palabra está compuesta por el prefijo «inde» (de allí mismo) y su raíz «genos», que significa «nacido, parido o generado».

Según la RAE, «un indígena es todo aquel que es natural de un país, provincia o lugar de que se trata», por lo que usar este término para referirse a estas comunidades resulta totalmente válido.


3. Aborigen
Al igual que la anterior, esta palabra también proviene del latín «ab origine», cuyo significado es «desde el origen». Contrario a la creencia popular, «ab» funciona como preposición y no como prefijo negativo, derribando el mito de que la palabra hace referencia a alguien «sin origen».



4. Pueblo Originario
Se trata de uno de los términos más recientes mediante el cual se intenta «corregir» el uso de la palabra «indio». Sin embargo, la misma está sujeta a un amplio debate a pesar de su cada vez más extensivo uso.

Están quienes consideran que la forma correcta de usar este término es reemplazando «originario» por «autóctono», dado que la primera es bastante genérica e imprecisa ya que no queda claro si el origen al que hace referencia es cronológico, geográfico o cultural.

Por otro lado, se sostiene que esta palabra fue inventada en Estados Unidos para restarle a la palabra «indígena» su carga contestaria y reivindicativa, que adquirió luego de siglos de sometimiento.

Según el semiólogo Jorge Fernández Chiti, en el caso de "pueblo originario" se trata de «palabras que, aisladas, no significan casi nada. Se trata, técnicamente, de una “frase”, que no es personalizable ni singularizable, ya que se trata de un elemento lingüístico que se trasladó de un idioma a otro, en forma mecánica y sin el debido proceso de elaboración semántica que exige la prueba del tiempo para ser expresión natural y propia de un pueblo».

Ahora te queremos preguntar a vos. ¿Conocías la diferencia entre estos términos? ¿Cuál te parece el más apropiado?

martes, 18 de abril de 2017

EDUCAR ES LIBERTAD


“EDUCAR NO ES LLENAR LA MENTE SINO LIBERARLA DE LAS ATADURAS

La línea entre educar y limitar es muy sutil. Y los adultos a menudo la sobrepasamos. 

Pensamos que debemos enseñar todo a los niños. Es cierto que los pequeños tienen mucho que aprender, pero no podemos caer en el error de pensar que nuestra manera de hacer las cosas o de ver el mundo es más válida o, peor aún, es la única y correcta.
La función de los padres y maestros no es crear copias exactas de sí mismos sino darles las herramientas a los niños para que puedan desarrollar al máximo sus potencialidades. Educar es sinónimo de enriquecer, no de limitar. La educación no consiste en llenar la mente con conceptos y formas de hacer, sino en liberarla para que sea realmente libre para pensar y crear.
Existen muchas formas de limitar la mente de los niños y atarla a los convencionalismos...

-Cada vez que regañamos a un niño porque intenta hacer las cosas a su manera y le enseñamos a hacerla como nosotros, pensando que es la única forma correcta, limitamos su creatividad.
-Cada vez que regañamos a un niño porque ha cometido un error, le generamos miedo al fracaso y sentamos las bases para una autoestima negativa.
-Cada vez que le ponemos una etiqueta a un niño, cortamos un pedacito de su personalidad, limitándola a las expectativas de los demás y encerrándola en una caja siempre más reducida.
-Cada vez que le impedimos aprender por su cuenta y le sobreprotegemos, le impedimos desarrollar sus habilidades y, lo que es aún más importante, la confianza en sí mismo.
-Cada vez que pretendemos que un niño siga nuestros pasos, porque pensamos que es lo mejor para él, le arrebatamos la posibilidad de soñar y perseguir sus propias metas.

Aprenderemos la importancia de educar en libertad con la historia extraordinaria inspirada en la relación entre un abuelo y su nieto.

LA ORTOGRAFIA COMO MECANISMO DE DISCRIMINACIÓN


LA ORTOGRAFIA COMO MECANISMO DE CLASISMO Y DISCRIMINACIÓN.

De pequeños muchos aprendimos que “saber escribir” y tener buena ortografía son sinónimos. Si hay algo que comunicar, es necesario (nos dijeron) hacerlo con buena ortografía y atención a la puntuación porque, sin éstas, resulta difícil que el lector entienda.

Y estoy de acuerdo que la ortografía tiene funciones comunicativas. Sabemos pronunciar las palabras por la posición de sus tildes; así, lo que nos lastima puede no darnos lástima. “Estoy solo aún” es una oración lógica, hasta triste, pero “estoy sólo aun” no tiene ningún sentido. Si pregunto “¿como diablos?” podría estarme preguntando sobre mi ingestión de diablos o, tal vez, si hay similitud a los diablos; sin embargo, si pregunto “¿cómo diablos?” estoy preguntando, de manera enfática, “¿de qué manera?” Si es condición, sí es afirmativo, mas esta última oración no tiene más sentido que ilustrar el juego ortográfico.

Pero la ortografía no sirve sólo para comunicarse con precisión. La ortografía, por ejemplo, les sirve a los ejecutivos de recursos humanos para discernir entre candidatos. Al hablar de este tema con una ejecutiva, me aclaró que uno de los primeros criterios que usa para la contratación es la ortografía. Si un CV tiene una falta, ahí se acaba el proceso. Y no es sólo que indica una falta de atención, me explicó, indica falta de profesionalismo. Mencionó también que ésta es una práctica común. 

Tener mala ortografía, entonces, sí te puede cerrar las puertas a un trabajo. Además, es menos probable que puedas publicar, o que tus ideas se tomen con seriedad. Debido a que “saber escribir” y la buena ortografía son sinónimos para muchos, un error ortográfico invalida la totalidad de un argumento, sin importar la validez del análisis o la presentación de evidencias, muchos acádemicos clasifican a las personas mas por una tradición que por sus ideas.

En un estudio de 2008 sobre la ortografía de estudiantes de primaria, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) comparó, entre otras cosas, la incidencia de faltas de ortografía que cometen estudiantes en cuatro categorías de escuelas públicas y privadas y encontró que las escuelas “rurales indigenas públicas cometen significativamente más errores ortográficos comparados con las otras modalidades, seguidos por los alumnos de Educación indígena y los de escuelas Urbanas públicas, quienes cometen una cantidad equivalente de errores . . .  Por último los alumnos de escuelas Privadas . . . cometen significativamente menos errores” (109-110).

Un estudio similar en Colombia concluyó que “el factor socioeconómico es un factor altamente determinante, los resultados permitieron evidenciar que los estudiantes pertenecientes al estrato bajo presentan mayor deficiencia en el uso ortográfico” (90).

En otras palabras, las personas que tienen acceso a un capital cultural alto, tienen acceso también a una educación con enfoque en la ortografía. Por lo tanto, será menos probable que los ejecutivos de recursos humanos pasen sus solicitudes por alto, o que sus ideas sean banalizadas.

Los resultados de estos estudios no significan que no haya excepciones: niños de escuelas privadas con pésima ortografía o niños de escuelas públicas con ortografía excelente. Lo significativo es que, en general, el factor socioeconómico sí es determinante. Es probable que los niños de los deciles más bajos se conviertan en adultos con mala ortografía, cargando carencias de su educación básica.

Podemos pensar en la buena ortografía, entonces, como un símbolo de clase socioeconómica, que indica que, en una parte estadísticamente significativa de los casos, la educación recibida tuvo un costo elevado. Además, los padres de buena ortografía muchas veces tendrán cuidado en que sus hijos la hereden y que reciban, así, más oportunidades.

La ortografía se revela como un mecanismo de poder sutil (tal vez casi imperceptible), que sigilosamente abre puertas a quienes fueron a escuelas privadas y las cierra a quienes fueron a escuelas públicas. Por lo tanto, es un mecanismo que facilita la discriminación.

Y no sólo es en el mercado laboral que la ortografía es un obstáculo. También hay exámenes estandarizados que la evalúan. Cualquier solicitud escrita y hasta un letrero pueden ser objeto de burlas.

Hace poco un artículo en sinembargo.mx (que reportó el trabajo de investigación de Enrique Cárdenas Sanchez, director del Centro de Estudios Espinoza Yglesias) indicó a través de su título que “en México un joven indigena que nació pobre, morirá pobre: CEEY; no hay igualdad de oportunidades”. Y la ortografía, por más benigna que parezca, es uno de los mecanismos que detiene la movilidad social.

Tal vez podemos restar algo de importancia a la ortografía. Tolerar faltas si un argumento es inteligente y persuasivo. Y es que “saber escribir” y tener buena ortografía no son lo mismo. La forma no es siempre tan importante como el mensaje que contiene y la ortografía no siempre refleja la capacidad o talento de quien escribe. Muchas veces, cerrarle una puerta a quien no usa acentos diacríticos o se equivoca con la g y la j, la v y la b, podría ser más un síntoma de clasismo que de cualquier otra cosa.

sábado, 8 de abril de 2017

LA MENSTRUACIÓN


LA MENSTRUACIÓN Y LOS XINKAS

La menstruación ha sido un tema tabú a lo largo de la historia, a veces considerada como un momento sagrado y otras veces considerada como algo impuro.

En algunas culturas indigenas asocian a la vulva con una herida y a la menstruación con la sangre que llega periódicamente a recordar la existencia de ella.

En sociedades antiguas xinkas recolectoras prehispanicas donde no usaba el control de natalidad, la menstruación era un evento distinto y el estado menstrual de una mujer se hace saber explícitamente, por lo que todos los miembros de esa sociedad saben que ella atraviesa un momento ‘sagrado’ o ‘especial’. Típicamente, no se la permite cocinar ni permitir que haya sexo hasta que el sangrado termine. La menstruación de una joven es a menudo un evento que celebrar en esas culturas. Entre los xinkas se acostumbraba que las mujeres se mantenian en una cabaña especial durante su período menstrual y eran acompañadas por grupos de ancianas y madres para ayudarse mutuamente en este proceso.

A lo largo de los años se han tejido infinidad de mitos y creencias con respecto a la menstruación:

- En los pueblos arabes se considera que la mujer estaba sucia cuando menstruaba, incluso entre los arapesh se construían carceles apartadas para las mujeres que tenían la regla.

- Entre egipcios y hebreos era un ritual obligatorio que la mujer se sometiera a baños especiales de limpieza al final de la menstruación.

- En la Biblia , en el Antiguo Testamento se consideraba que la mujer era impura durante su periodo menstrual. Incluso se llegó a calificar de pecaminoso que una mujer entrara en el templo durante sus días de regla.

- En la China antigua estaba establecido que la sangre menstrual no debía tocar el suelo por temor a ofender al espíritu de la Tierra.
Plinio (Siglo I D.C.), en sus escritos, llega a describir la regla en términos de "veneno fatal que corrompe y descompone la orina, hace perder las semillas de la fecundidad, marchita las flores y hierbas del jardín" o "el contacto con la sangre menstrual hace que el brillo del acero y el marfil desaparezcan".

- Entre los antiguos griegos, Hera era la diosa responsable de la menstruación y esta etapa de la mujeres era la mas respetada porque la diosa habitaba en su interior.

- Tribus australianas y muchas centromeridionales de América están convencidas de que la mujer en período menstrual perjudica la pesca, por lo que, para evitar influjos negativos, se les prohíbe acercarse a la orilla para no dañar la pesca del día.

- Tribus africanas tienen la idea de que si una mujer esta menstruando no se debe acercar a una vaca que da leche, ya que puede provocar infertilidad del animal.

- Indigenas en colombia tienen la idea de que si una mujer esta menstruando y toca las flechas para la caza, estas ya no servirán y deben desecharlas.

- Tribus de Nueva Guinea encierran en las cabañas a las mujeres que están menstruando para que no arruinen las cosechas.

- En europa se creía que si las mujeres tocaban la carne o la mantequilla esta ya no era comestible, así como, si tocaban el vino este se convertiría en vinagre.

- En la iglesia griega, la mujer no podía comulgar durante la menstruación y, además, el concilio de Nicea les prohibió entrar a las iglesias.

- En la Biblia (Levítico 15, 19-28) se menciona que el tiempo de la menstruación se debe considerar como impuro, sicio, pecamiso y la mujer en tal condición deberá guardar una serie de restricciones.

El ciclo menstrual se relaciona con la vergüenza y con la naturaleza oscura e incontrolable de las mujeres. Y esta historia es larga desde que comenzó el patriarcado, de diferentes maneras han intentado ocultar el poder de la mujer solo para dominar y controlar, pero la historia no viene al caso ya que el tabú asociado al ciclo menstrual sigue vigente hoy. No por tener MP3 y Blackberry nos hemos librado de los prejuicios históricos.


Aparte de la violencia y el miedo, nada ha sido tan eficaz para relegar a la mujeres a un lugar secundario que la degradación del ciclo menstrual.
Toda nuestra sociedad (materialista y mecanicista) nos mantiene desconectadas de lo que sabemos y sentimos.

Desatendemos nuestros sentimientos, intuición, espiritualidad y todas las experiencias de la vida que no se pueden juzgar con la parte racional de la mente o medir con los 5 sentidos, pero nuestra guía interior nos llega primero a través de nuestros sentimientos y la sabiduría de nuestro cuerpo, no a través de la compresión intelectual.

Y ese es precisamente el poder de la menstruación.

Hay una estrecha relación entre el psiquismo de la mujer y el funcionamiento de los ovarios a través de las hormonas:


• Antes de la ovulación estamos extrovertidas y animadas
• Durante la ovulación estamos muy receptivas hacia los demás
• Después de la ovulación estamos mas introvertidas y reflexivas

En la antigüedad, fue a través de este estado alterado de conciencia de la menstruación que las chamanas, curanderas y más adelante las sacerdotisas, aportaron al mundo y a su propia comunidad su energía, claridad y conexión con lo divino. El papel de estas mujeres fue fuertemente reprimido por la religión patriarcal pero perduró de forma clandestina en la adivina o BRUJA como el último vinculo con las primitivas religiones matriarcales. Lo que en el pasado se llamaba brujería era muchas veces capacidades femeninas: entender el propio cuerpo y responsabilizarnos de la salud.

Ya sabemos los que pasó con las brujas verdaderas, falsas y casi todo lo que llevaba faldas durante la oscura e inflamable Edad Media y en la historia posterior.
Y con el paso del tiempo la sociedad negó la existencia de estos poderes femeninos. Pero negar no significa que no existan.

Entender como funciona nuestro cuerpo y como se relaciona con la naturaleza y nuestras emociones es un paso efectivo para rescatar la sabiduría ancestral de nuestro amor puro y femenino.