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PUBLICACION REVISTA D

miércoles, 22 de julio de 2015

Guatemala siempre florece


GUATEMALA SIEMPRE FLORECERÁ

Este 2015 se cumplen 100 años del nacimiento en Guatemala de Mamá Maquín, mujer q’eqchi’ cuyo verdadero nombre fue Adelina Caal y que lideró a lo largo de su vida multitud de protestas en defensa de la vida, la tierra y el territorio. Precisamente, el pasado 29 de mayo se cumplieron también 37 años desde que en 1978 fuera asesinada por el ejército, junto a otras 52 mujeres, hombres y niños, en la comunidad de Panzós, cuando únicamente, pero una vez más, reivindicaban el derecho a vivir en condiciones dignas y justas.

El año de esta masacre de alguna forma se puede decir que abrió la etapa más dura de la guerra que el ejército y la oligarquía guatemalteca desató en ese país centroamericano y que hoy se conoce como del genocidio maya. Alcanzó sus cotas más brutales en los años 1982-83, bajo la dictadura del general Efraín Ríos Montt. 30 años después, principalmente gracias a la perseverancia y la ruptura del miedo de las mujeres ixiles supervivientes de aquella aterradora etapa, se consiguió llevar a juicio a este dictador. La sentencia fue de condena (80 años) por su responsabilidad en el genocidio, aunque las maniobras de diferentes poderes fácticos consiguieron la posterior anulación del juicio. Pero, a pesar de esta revocación, el pueblo lo juzgó y el pueblo lo condenó por genocida, como dicen hoy en Guatemala.

Como consecuencia directa de aquellos duros tiempos de la guerra, y durante los casi 20 años que van desde la firma de los Acuerdos de Paz en 1996 hasta hoy, Guatemala fue adormilada. Los liderazgos, como el de Mamá Maquín y tantos otros, fueron eliminados, y la población superviviente interiorizó de tal forma el terror que pareció quedarse invisible por todos estos años. Esta situación permitía a la oligarquía “reinar” de forma casi absoluta y durante los últimos años entregar este país a las transnacionales (canadienses, españolas, italianas…) para su explotación y expolio, como si nuevamente hubieran regresado los tiempos de la colonia a los territorios mayas, xincas y garífunas. A la par de este proceso de venta barata del país, la corrupción se extendía en prácticamente toda la clase política y económica de Guatemala y el festival de la esquilmación y del robo se generalizaba, convirtiendo en gran medida a esta nación en un estado fallido, en el que pesa más el beneficio desenfrenado de los negocios del narcotráfico y de la oligarquía que la dignificación de la vida de las grandes mayorías.

Y sin embargo, hoy, cuando Mamá Maquín hubiera cumplido 100 años, Guatemala despierta y se extienden por todo el territorio continuas manifestaciones. Protestas que exigen el fin de la corrupción, la renuncia del presidente (responsable también del genocidio, por cierto, como jefe militar que fue en aquellos años) y de gran parte de la clase política. Protestas que empiezan a plantear cada vez más abiertamente el cuestionamiento del propio sistema y la urgencia por abrir el camino de la refundación del país, para construir con la participación de las grandes mayorías otro más justo y que verdaderamente redistribuya las riquezas del mismo. Otro país donde todos los pueblos y todas las mujeres y hombres de Guatemala tengan no sólo reconocidos sino que puedan realmente ejercer todos sus derechos como personas y como pueblos.

Posiblemente, sin saber todavía a ciencia cierta hacia dónde caminará este proceso en marcha, lo importante a destacar ahora es que el mismo se produce después de una guerra brutal, de un proceso muy controlado de transición política y de unos acuerdos de paz sistemáticamente incumplidos por los sucesivos gobiernos. Todo ello, como ya se ha indicado, de alguna forma generó una sociedad durmiente y desposeída. Y hoy se ha roto el miedo, éste ha sido sacudido de encima. En estas semanas se aprende nuevamente que la protesta de las mayorías consigue avances políticos y sociales que no se creían posibles hace poco. Hoy los pueblos de Guatemala se despiertan y empiezan a comprobar su propia fuerza para transformar el país y el sistema que hasta ahora lo ha controlado. Ése es un gran paso, porque aunque hoy los avances políticos reales, consecuencia de las movilizaciones, no consigan de forma inmediata las transformaciones posibles, habrán abierto conciencias de posibilidad, habrán abierto los caminos tantos años cerrados.

De todo esto los medios de comunicación en Europa no se están haciendo eco; no son hechos noticiables, pero están ahí. Y Guatemala, el país de la eterna primavera, de nuevo está floreciendo.

Jesus Gonzalez Pasos