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PUBLICACION REVISTA D

domingo, 25 de octubre de 2015

PAPEL CADAVER: LOS ARCHIVOS DEL HORROR


PAPEL CADÁVER 
Y LOS ARCHIVOS DEL HORROR EN GUATEMALA

Recientemente cayó en mis manos el fascinante libro “Paper Cadavers,” de la historiadora estadounidense Kirsten Weld (Duke University Press, 2014). El libro narra la historia del descubrimiento y recuperación del Archivo Histórico de la Policía Nacional, cuya existencia fuera negada por el gobierno de Álvaro Arzu a la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) en 1998. Los múltiples riesgos que corrió el proyecto, el empeño titánico del personal que lo rescató y los fundamentos de ciencia archivística que debieron aprender para volver a montar el Archivo de manera funcional, aprendiendo a pensar de hecho como lo hizo en su tiempo la propia policía, y así darle utilidad al archivo como fuente de consulta y de pruebas en procesos penales.

Pero también, en una de sus partes más trepidantes, el libro narra la historia misma de la Policía Nacional, desde tiempos de Ubico y su Policía Secreta, pasando por Castillo Armas y su Policía Judicial, y toda la gama de transformaciones sufridas, el Cuerpo de Detectives, el DIT, el DIC, el BROE, incluyendo por supuesto sus cuerpos más nefastos como el Comando Seis y su relación con (y de hecho, su participación en) los escuadrones de la muerte que durante décadas empaparon de sangre las calles de Ciudad de Guatemala, arrebatándonos a algunas de las personas más brillantes, comprometidas y valientes de esa generación. La situación desastrosa del país en la actualidad es en parte consecuencia de este descabezamiento social. Nombres oscuros de militares como Manuel Francisco Sosa Ávila, Hernán Ponce Nitsch, Héctor Rafael Bol de la Cruz (en prisión actualmente por uno de sus crímenes), y cómo no, el temible Germán Chupina Barahona, que se dedicaron a planear no la seguridad de la ciudadanía, sino su represión y exterminio. El libro explica con detalles cómo a lo largo de las décadas, incluso más allá del regreso a la institucionalidad democrática y de la firma de los Acuerdos de Paz, el aparato represor de la Policía no cambió más que de nombre, reciclando agentes que continuaban con las mismas prácticas ilegales, incluso hasta bien entrado el nuevo siglo, como lo demostró el asesinato, a manos de policías de la DINC, de los diputados salvadoreños del Parlacén en 2007.

¿Y qué tiene que ver esto con la actualidad, además de ser una fascinante lección de historia? Muy sencillo, muchos de los militares mencionados ya han fallecido, especialmente los que actuaron en los sesentas y setentas, pero muchos otros, los que estuvieron activos en los años ochentas y noventas, no sólo siguen vivos, sino que se han organizado políticamente en una gremial, AVEMILGUA, y en un partido político, FCN-Nación, con el que le han vendido al pueblo de Guatemala la imagen de un candidato “inofensivo, honesto y buena gente”: Jimmy Morales. Pero la gente que está detrás de este novato de la política que se vende como la solución de los problemas del país, es de hecho la que con su saña contrainsurgente destruyó la institucionalidad de Guatemala, y nos echó de cabeza al abismo sin fondo del que ahora parecemos no ser capaces de salir.

Naturalmente, uno de los mayores éxitos de la contrainsurgencia fue la amnesia colectiva. La gente no recuerda, o no quiere recordar el horror de décadas que se vivió en el país, y si acaso lo recuerdan de lejos, lo justifican, diciendo que los militares, al secuestrar, torturar, ejecutar extrajudiciamente, desaparecer y masacrar, simplemente “hicieron lo que tenían que hacer,” poniéndose del lado de los victimarios en una perversa versión local del síndrome de Estocolmo. Ciertamente, Jimmy Morales no tiene experiencia, ni tiene la más remota idea de qué hacer una vez instalado en el poder. No es importante, él no va a gobernar. Simplemente va a cumplir su sueño delirante de llegar a presidente como en una de sus (malas) películas humorísticas, todo un viaje de ego. Los que van a gobernar van a ser los militares oscuros de AVEMILGUA, y sólo ellos saben qué planes tienen para volver a aplastar cualquier intento de alzar la voz por parte del pueblo de Guatemala.

Este domingo el país corre uno de los más grandes peligros de su historia reciente: el regreso a algunos de sus momentos más negros. Pero todavía tengo la esperanza de que la energía de las abuelas y los abuelos, del Corazón del Cielo y de la Tierra, se apiaden un poco de este pueblo tan golpeado, y le den algo de claridad a la mente de los votantes. Votar por la candidata que se opone a Morales siempre es una opción, aunque tengamos que volver a llenar sábado tras sábado la Plaza de la Constitución en jornadas de protesta, aunque no podamos descansar en nuestra fiscalización del actuar del gobierno, aun con la posibilidad de que semejante gobierno pueda quizás producir algún buen resultado, pero siempre organizándonos para tener, dentro de cuatro años, opciones realmente válidas y dignas para elegir a nuestros gobernantes. Y si la candidata definitivamente no convence, incluso el voto nulo o la abstinencia son mejores, antes que entregarle nuestra confianza al caballo de Troya que esconde lo peor de nuestro pasado.

Pruebas de ello abundan. Libros como Paper Cadavers (cuya publicación en español está planeada para el año entrante), y los mismos informes de la CEH y el REHMI, son recordatorios de ese pasado tenebroso al que jamás deberíamos volver.

POR: ALEJANDRO ARRIAZA