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PUBLICACION REVISTA D

sábado, 8 de septiembre de 2012

EL DON DE LA COMADRONA



LA MISIÓN DE LA SALUD DE LA COMUNIDAD
EL DON DE LA COMADRONA


Caminar durante horas para llegar al auxilio de alguna madre que está por dar a luz es su misión.  Sin importar si es de día o de noche, si el sol está radiante o está lloviendo, si es domingo o lunes, la comadrona está dispuesta a acudir cuando la necesitan. 

Sus dedos son como un aparato de ultrasonido, con ellos diagnostica la posición en que se encuentra el bebé.  Esa experiencia nata, o aprendida de sus madres o abuelas por cuidar a las 'enfermas', como ellas las llaman, las ha llevado a ser reconocidas como un personaje valioso en las comunidades, alguien en quien se puede confiar, por ser mujer, hablar el mismo idioma y de quien  las gestantes reciben un trato humano y solidario.  

En Guatemala se estima que el 57 por ciento de los partos se llevan a cabo en casas particulares, atendidos por la comadrona o por una familiar y, en algunos casos, sin la ayuda de nadie.  El 43 por ciento restante son resueltos por médicos, en centros de salud y hospitales. Estas estadísticas demuestran que la comadrona juega un papel importante en el área rural, donde se estima que nace la mayoría de los 340,000 niños que cada año se suman a la población guatemalteca.

Se ha demostrado que con pocos insumos MEDICOS OCCIDENTALES pero gran conocimiento ancestral natural y energético, las comadronas han logrado atender la demanda de mujeres en diversas comunidades.  Por sus servicios algunas cobran entre Q100 y Q400, otras reciben como pago una gallina o un sincero agradecimiento.    

Muchas de las experiencias han sido satisfactorias, por ejemplo cuando ellas ven crecer a esos chiquillos que recibieron en medio de una situación precaria.  Son momentos que se gozan y las empujan a continuar con esa tarea.  Este es el caso de doña Maria Jimenez, de 85 años, quien desde los 17 empezó a jugar este rol, el cual considera como un don divino. Ella está consciente de que se mueve en condiciones de pobreza, pero eso no implica pasar por alto las normas higiénicas básicas.  Aconseja a las mujeres que mantengan limpia su casa y la ropa de cama, mientras se acerca la fecha probable de parto. Incluso que tengan lista las tablas que servirán como camilla.  Es interesante observarla, siempre anda con un jabón para lavarse las manos a la hora de recibir el llamado de ayuda, porque muchas familias ni siquiera cuentan con ese recurso.

Muchas de estas lideresas han cambiado aquella tradicional navaja por un par de tijeras para cortar el cordón umbilical y, el hilo que utilizaban para sujetarlo, por cinta de castilla.  Algunas, más actualizadas, esterilizan los objetos que usan.  Otras, con mejor suerte y por estar organizadas, han logrado no sólo capacitarse para estar mejor calificadas, sino también para contar con los implemento básicos que les patrocinan. 

Ellas son indispensables

Las comadronas son muy queridas yrespetadas.  Las familias necesitan a este personaje porque es accesible, habla el mismo idioma y, especialmente, por ser mujer. Esto último hace que los maridos no desconfíen, como sucedía si un médico llegaba a examinar a la señora a su casa, pues el vecindario estaba atento para sacar sus conclusiones.  Todavía hay reflejo de ello, porque cuando alguna promotora de salud visita el área y no es de la localidad, las mujeres prefieren ocultarse porque creen que un hombre es quien las atenderá.  Probablemente esa sea otra razón por la cual ellas prefieren asistir a control cuando van hasta por el séptimo mes de embarazo.

El acompañamiento que las mujeres embarazadas reciben de las comadronaslas ayuda no sólo a resolver exitosamente el parto, sino también a tener un seguimiento en cuanto a sus necesidades nutricionales, cuidado del recién nacido y asesoría en la planificación familiar. 

Mejoran su trabajo

En la época de Justo Rufino Barrios ya se había identificado la importancia de las comadronas en sus comunidades, y también lo alarmante de una mala práctica de sus funciones, por ello se creó la primera escuela de comadronas. La Universidad de San Carlos era la encargada de dar el título de Partera profesional. Luego, en el gobierno de José María Reyna Barrios se toma la medida política de traer a una representante de cada área, para que se capacitara en la capital y atendiera partos en el Hospital San Juan de Dios.  La idea era que al regresar a su lugar de origen, cada municipalidad se encargara de pagarle por el trabajo efectuado.  Esa iniciativa pasó a formar parte de la historia.

Uno de los grandes avances fue que el movimiento de comadronas quedó visible y empezó a reconocerse su labor.  Además se crea la Escuela de Enfermería. A raíz de eso, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, con el apoyo de algunas agencias e instituciones internacionales, empezó a impulsar más proyectos para su capacitación.