INFORMACIÓN

INFORMACIÓN

PUBLICACION REVISTA D

martes, 28 de octubre de 2014

DEL MESTIZAJE A LADINIZACIÓN


DEL MESTIZAJE A LADINIZACION
500 AÑOS DE INVISIBILIZACIÓN SEGREGATIVA

Una certitud hay y es que el proyecto de nación en Guatemala, contrariamente a los de El Salvador, Honduras y Nicaragua, y también de su vecino del norte México, no se orientó hacia hacer del mestizaje su ideología. El peso de la segregación como política de Estado hubo de ser definitorio. Sin embargo, hay una polémica en cuanto que si el mismo, que se define como ladino y, por tanto, excluyente del indígena, conlleva una carga ideológica surgida del triunfo político de los ladinos o si más bien es una imposición de la vieja elite criolla y de los grupos económicos surgidos a finales de siglo de la emigración europea y norteamericana.

Desde la Revolución de 1871, el contenido del proyecto de nación guatemalteco era progresista y mestizo, producto del pensamiento político liberal guatemalteco, influido por el paradigma mexicano. Sin embargo, mientras en Costa Rica los intelectuales ligados a la construcción del Estado-nación adoptaron los supuestos del darvinismo social y la eugenesia, los guatemaltecos rechazaron la legitimidad de la eugenesia ortodoxa y le apostaron a la asimilación biológica y cultural.

En el plano de las diversas políticas de eugenesia impulsadas por el Estado guatemalteco desde el siglo XIX y toda la problemática del blanqueamiento entre los sectores dominantes del país.

El grupo criollo guatemalteco ha sobrevivido con una identidad étnica propia a la política homogeneizadora de la ladinización planteada por desde el Estado a partir de 1871. La oligarquía guatemalteca está formada por familias de origen criollo y alemán, las que sólo tangencialmente se mezclan con los ladinos. Por ello, afirma, el blanco es aún más racista en su ideología. De hecho, considera que el racismo ha servido para desestabilizar a las clases subalternas, abriendo y profundizando el divorcio entre los indígenas y los ladinos o mestizos.

El proyecto de blanqueamiento de los liberales guatemaltecos buscaba más bien blanquear al grupo no-indígena -especialmente a su componente mestizo-, como una forma de darle coherencia a la transformación de la categoría ladino en la de no-indígena. 
Es decir, el proyecto ladino no fue entendido a partir de la noción racial y aún cultural del mestizaje, sino de la antítesis cultural y social de lo propiamente indígena. De esa forma, con la Reforma liberal el blanco -criollo o extranjero- pasó a asumirse como ladino en su comportamiento público, aunque en el privado hiciese valer su rechazo de ello. Los intereses cafetaleros y el triunfo liberal determinaban la predominancia de esa realidad ideológica y, por tanto, la de la línea segregacionista hacia el indígena, que dominó la política del Estado guatemalteco en materia de relaciones interétnicas hasta los Acuerdos de Paz de 1996.

El uso del termino ladino ha sido una estrategia de la clase dominante criolla y extranjera para nombrar a la gente no-india en general. Por un lado, ésta oculta la connotación étnica de las relaciones interétnicas en Guatemala con el objeto de adoptar una impostura nacional y, por la otra, niega la etnicidad propia de los ladinos basada en su mestizaje.

El proyecto nacional en Guatemala, subyace un proyecto económico y político que se ha beneficiado del mantenimiento y recreación desde el Estado de las diferencias étnicas. Esto explica que el Estado y la clase política no hayan+ tenido la voluntad de construir una nación homogénea y que la construcción del ser guatemalteco la haya planteado de forma excluyente, lo cual se traduce actualmente en la dificultad para asumir oficialmente la línea de acción intercultural acordada en los Acuerdos de Paz de 1996, aunque en nuestra realidad subyacente vivamos una interculturalidad en papel y bajo una democracia incluyente multiguinstico en discurso.